Soñar no cuesta nada

Soñar desde la izquierda democrática, tampoco cuesta nada. Con la recuperación de la personería jurídica de la Unión Patriótica, se puede presentar un interesante fenómeno de unidad electoral que ojalá se aprovechara con eficiencia y eficacia en el próximo debate para elección de Senado y Cámara.

Que reconfortante sería, por ejemplo, que bajo ese manto legal de unidad se pudiera presentar una sola lista al Senado compuesta por los principales voceros de la franja de la izquierda, e intentar listas unitarias en algunos departamentos donde las circunstancias electorales lo permitieran. Y de ahí, meses después unificar esfuerzos frente a elección de alcaldes y gobernadores.

La experiencia ya se intentó en menor escala en los orígenes del Polo Democrático, donde varias de las fuerzas que lo integraron, no se disolvieron al interior del nuevo movimiento, sino que conservaron sus estructuras partidistas y acudían como grupo –no como militantes – a los eventos y las estructuras de dirección del Polo. 

Y así supervivieron serenamente, sin sobresaltos electorales, por buen tiempo, y lograron elegir como congresistas a importantes y destacados dirigentes de sus cerradas organizaciones partidistas. Hasta que los vientos de independencia de muchos de sus dirigentes, los llevaron a enconcharse en sus aparatos partidistas de siempre o emprender la aventura de crear unas nuevas alternativas de supuesto corte democrático. Ahora otra vez, se presenta una oportunidad de buscar una nueva experiencia de unidad electoral.

Pero, todo no es color de rosa. No se vislumbra a corto plazo quienes serán los dirigentes de la UP resucitada. Tendrían que ser figuras de reconocida prestancia nacional que generaran confianza en todas las toldas de la izquierda y pudieran empezar el intento de convocar a la unidad. 

Contarían a su favor, con la capacidad de dar avales, cosa bien importante en este despelote legal de umbrales y avales que amenaza el futuro político de muchos, y muy buenos dirigentes de la ola democrática nacional, que sin ese requisito irían a una chamuscada electoral casi segura. Ahí estaría el reto estratégico con proyecciones históricas serias.

Lo otro, sería lo mismo de antes: la mezquindad, el sectarismo, la marginalidad, el peso de los odios y desconfianzas personales, la visión mediocre del futuro democrático, que han imperado con su perversa presencia e influencia a lo largo de la historia patria al interior de muchas organizaciones de la izquierda colombiana. En esa eventualidad la UP sería un aparatico electoral manejado a control remoto por cualquier camarilla de camaradas sin capacidad de producir los cambios políticos que demanda la construcción de una Colombia más justa, soberana y nuestra. 

Y la esperanza de la resurrección de la UP, pasaría a convertirse en una nueva versión de la eterna marginalidad de la izquierda en Colombia. 

Ojalá eso no ocurra. Soñemos con una UP resucitada, a la altura de las esperanzas nacionales, y sobre todo, con dirigentes de ese sector también resucitados y alejados del cementerio de la marginalidad y el sectarismo político, donde en vida han descansado en paz por tantos años.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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