Tutela y fútbol

Por estos días, Colombia es el país donde más se habla de Derecho Constitucional y de fútbol, sin que gran parte de sus parlantes sepan que están conversando sobre esa especialidad jurídica, aunque todos si lo saben cuando discuten en relación con aquel deporte. En ambos casos se habla con propiedad, firmeza y seguridad: como expertos futbolistas y consagrados juristas. Afortunadamente.

Parte de ese milagro pedagógico -en el área constitucional- se debe a la existencia de la Acción de Tutela, que logró llevar y acercar a las entrañas del pueblo la Constitución Política, que antes de 1991 era un texto desconocido, escondido en anaqueles de bibliotecas de abogados, muy distante de la cotidianeidad cívica y popular.

Ahora, tanto la Tutela -como la Constitución Política- hacen parte de la salud, la educación, el trabajo y otros derechos fundamentales de miles de familias colombianas que a través de ese mecanismo han alcanzado el goce efectivo de sus derechos. Pero también, la Acción de Tutela constituye en estos días asunto especial que motiva a inmensas franjas de opinión nacional a hablar, polemizar, argumentar sobre asuntos específicos del Estado: el poder, la gobernabilidad, la competencia de los órganos públicos, lo justo o injusto de algunos fallos, entre otros temas, que propician un ambiente democrático para entender y considerar asuntos de vital importancia en la vida y desarrollo de nuestra sociedad. Lo motiva el hecho de hablar de la Tutela: si fuera sólo lo disciplinario, no constituiría tema de marcado interés popular.

Obvio, existen tantas tesis como interlocutores. Que el tema masivo de diálogo en el país, no sea el relacionado con masacres acaecidas en algún lugar del área rural de la geografía, o de las más recientes andanzas de los narcotraficantes y corruptos de talla nacional, constituye un sereno y fructífero espacio temporal, de hondo contenido pedagógico para el pueblo colombiano.

Los centros de discusión son otros: que el poder del Procurador no es omnímodo y que los jueces lo pueden controlar; que el Fiscal General puede investigar al Procurador; que existen formalismos que si no se cumplen se caen hasta las más drásticas sanciones; que unas medidas cautelares adoptadas al aceptar una Tutela pueden desaparecer o permanecer conforme al criterio de otros funcionarios; que unos funcionarios públicos son nombrados y otros elegidos mediante procesos electorales; que el Presidente no manda a toda hora sino que también debe obedecer pronta y diligentemente las ordenes de otros funcionarios; que existe algo que se llama excepción de inconstitucionalidad, en fin, toda la gama de actividades y funciones que casi nunca hacen parte de la conversación cotidiana de los colombianos.

Pierda quien pierda la que vuelve y gana es la Acción de Tutela, -obvio, reconociendo que se abusa de ella- como instancia de acercamiento de la Constitución con los problemas cotidianos de nuestra población. ¡Ah! y afortunadamente también el fútbol, desplazado por la Tutela pasa por un ratico al cuarto de San Alejo. En buena hora.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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