Tsunami blanco

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El voto en blanco es, sin lugar a dudas, una de las más serias expresiones del voto de opinión consciente y responsable en las jornadas electorales colombianas. El elector que vota en blanco sabe por qué y para qué lo hace, de acuerdo con su concepción política, alejado totalmente de los vicios del clientelismo y la politiquería. Pero, en esta coyuntura no todo es color de rosa para el voto en blanco, según la visión estratégica de importantes dirigentes de la franja verdaderamente democrática colombiana, entre ellos Jorge Enrique Robledo, el más importante senador actual de la República en Colombia, -y sin discusión el mejor del Tolima-, quien en su pasada visita a Ibagué y en reciente reportaje a El Espectador, mostró preocupación por este fenómeno, en el entendido de que el voto en blanco en las elecciones de pasado mañana para Congreso de la República favorece más a las maquinarias tradicionales que a las nuevas organizaciones políticas de izquierda democrática. En otras palabras, que los votos que gana el “blanco” los pierden los verdes de la Alianza Verde y los amarillos del Polo, que sin lugar a dudas tiene excelentes candidatos, sobre todo al Senado. O sea, que un posible tsunami blanco el domingo, arrasaría la modesta cabaña institucional de la izquierda nacional.

Podríamos entonces aventurarnos -a partir de dicho planteamiento- a considerar que el voto en blanco tiene dos momentos históricamente cercanos, que no son iguales: el de las elecciones a Congreso y el de las elecciones Presidenciales. Y, ahí podría tener razón el senador Robledo en cuanto el voto en blanco en las elecciones a Congreso, no tendría posibilidad de ser mayoría en esa jornada y su cuantificación vendría a ser de protesta e inconformidad: sin efectos reales en la composición de la Cámara ni la del Senado. Y otra podría ser la suerte en las elecciones presidenciales en el evento que fuera mayoritario, por demás difícil, pero su contabilización masiva y voluminosa acarrearía consecuencias reales que obligarían al Presidente electo a considerar y ponderar positivamente ese fenómeno electoral.

Otra cosa bien distinta sería que en el inconsciente de la inmensa franja del voto en blanco, la protesta se dirigiera no sólo contra la corrupta clase politiquera, sino también, contra la izquierda, entre otras razones -como castigo a la ineptitud de esa corriente política de unirse electoralmente y presentarse como alternativa real de poder ante la crisis. Sería un castigo duro e inoportuno, y democráticamente hablando: injusto. Sobre todo para el Polo, que, con todas sus limitaciones, ha cumplido a cabalidad, con entereza y responsabilidad su importante función de abanderar la oposición conceptual y programática al erróneo planteamiento de modelo neoliberal como opción de desarrollo para la nación. Ojala el voto de opinión premie esta coherencia con el apoyo electoral al Polo. Un panorama desolador sería tener como resultado de las elecciones del próximo domingo: un uribismo arrollador, un voto en blanco numeroso, y los Verdes y el Polo sin umbral.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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