Al borde del linchamiento

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William Ospina y Jorge Enrique Robledo, son en estos momentos, los tolimenses más citados en gran parte de la franja culta de la política nacional, como consecuencia de cantar su voto para las próximas elecciones: Robledo en blanco y Ospina –sin cantarlo- señalando a Zuluaga como el menos malo de los candidatos.

Robledo, en una actitud coherente con su vida y actuar político, ha ejercido en los últimos años el más sobresaliente papel de vocero de la oposición en el Senado de la República contra Uribe y Santos, y ha anunciado su voto –el de él- en blanco. Le parece incoherente aparecer ahora abrazado con Santos, como si no existieran enormes abismos que lo diferencian en la concepción de Estado, Sociedad y Modelo de Desarrollo. Y en verdad, desde su óptica personal, le asiste toda la razón, lo que en ningún momento implica que sus electores se encuentren amarrados a su decisión personal, y no puedan votar por Santos como alternativa de paz. Ni más faltaba. Clara, ya dio el paso en ese sentido.

William Ospina, aún no se ha pronunciado. De seguro tendrá que hacerlo, para efectos de saber si varios de sus desilusionados lectores y amigos, realmente están interpretando bien lo que dicen que él quiso decir, o peor aún, se afirma en lo que dicen sus contradictores que dijo. Aquí también valga la pena observar, que la opinión de William es la de él, y en nada obliga o determina, que sus lectores no puedan o deban votar por la paz y por Santos. Es más, la inmensa mayoría de ese voto culto, serio, consciente, responsable votará sin tener en cuenta por quien lo hará Ospina.

Como cosa simpática, las opiniones de Ospina y Robledo, han permitido que muy buenos analistas, sustenten la necesidad de votar por la Paz sin ser santistas. Decisión ajustada a la coyuntura actual, que motivara de seguro a muchos indecisos a optar por esa alternativa. Ahí, -sin querer queriendo-, han ayudado a conquistar votos por la paz. Lo otro, que causa grima, radica en comprobar que los columnistas no tienen votos, - cuentan con lectores pero no con electores- y que por lo general los candidatos de los mejores columnistas colombianos casi siempre salen derrotados en los debates electorales. Afortunadamente, el debate frente a estos dos paisanos, -salvo contadísimas excepciones- se ha dado con rabia y desilusión, pero con respeto y altura.

Algunos consideran que William como politólogo es un excelente poeta. Otros, que Robledo no ha entendido ni un párrafo de la voluminosa obra de Mao, algo semejante a afirmar que Monseñor Ordóñez no ha leído un solo versículo de la Biblia.

De eso se trata: de polemizar sin riesgo de linchamientos. De ser tolerantes. De entender que nadie tiene toda la certeza, sobre todo cuando se especula del futuro de la política en Colombia. Lo anterior, también nos permite votar por la paz, como tomando un agrio purgante dominical.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

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