Quizás

.

Identificar al Tolima, y sobre todo al tolimense, a partir de sus valores, cultura, virtudes, cualidades y defectos, no es tarea fácil, teniendo en cuenta que somos producto de una mescolanza muy especial de diversas culturas venidas de varias partes del país que se han asentado históricamente en regiones determinadas de nuestros Departamento.

De todas ellas, hemos heredado parte de lo bueno y de lo malo que les pertenecía. Por ello, también se puede hablar de la existencia de regiones dentro de nuestro entorno departamental, que cuentan con características culturales identificadoras, instancias económicas y sociales afines, acentos especiales, y obvio, condiciones propias para intentar –a partir de esa base unificadora- diseñar e impulsar políticas concretas de desarrollo integral, ajustadas a sus particularidades regionales. El tema, de por sí, no es nada fácil: es complicado.

Antioquia, la Costa Caribe, el Valle del Cauca, los Santanderes, por ejemplo, son Departamentos que de acuerdo con índices actuales de desarrollo, tienen un indiscutible liderazgo nacional en avances en estas áreas, e integración de sus regiones. El Tolima aún no ha avanzado en esas instancias, como aquellos. Pero tratar de interpretar y analizar esta condición ventajosa, sólo a partir de la raíz primigenia de la conformación de nuestra población, no parece para nada acertado. Menos en nuestro caso, donde se han escuchado despistados politólogos e historiadores que nos quieren presentar cargando una tradición pijao inexistente, para tratar de explicar nuestro atrasado presente, y por ahí de una vez el incierto y preocupante futuro económico y social que nos espera.

A estas alturas del paseo histórico del Tolima, conviene que los nuevos estudiosos de estos interesantes asuntos, aborden hipótesis a partir de las instancias políticas que han predominado en el Departamento. Ya varios de nuestros estudiosos lo han intentado tímidamente, y aparecemos resaltando una tradición social demócrata, mientras nuestros paisanos de la derecha regional –nos referimos a los intelectuales y académicos cultos, que los hay, y muy destacados- no han dicho ni fú ni fá en defensa de sus concepciones y tesis de desarrollo.

Quizás esa ausencia de confrontación civilizada, tolerante, pacífica y democrática, sobre los temas esenciales de orientación social y gubernamental, haya incidido de manera definitoria en nuestra situación de desarrollo regional. Quizás. La inexistencia de mandatos regionales donde existiera armónicamente gobierno y oposición, y donde las minorías políticas y sociales hayan sido respetadas y escuchadas. Quizás. Donde las diferencias políticas no hayan sido saldadas con sangre y muerte. Quizás.

Pero, lo que si ha sido evidente –y que ojalá algún día lo analicen nuestros intelectuales- es que el Tolima ha contado con destacados y conocidos dirigentes en la política electoral nacional, pero no ha tenido clase dirigente con sentido de desarrollo integral para la región. Y una cosa es una cosa, y otra cosa es otra cosa. Quizás por ahí, encontremos el camino para lograr explicaciones de muchos de los males que nos azotan en el presente. Académicamente, vale la pena intentarlo.

Credito
CAMILO A. GONZÁLEZ PACHECO

Comentarios