El Tolima con aroma de Romero

Camilo González Pacheco

El romero es una planta muy común en nuestro país que está siempre verde y desprende un aroma dulce y algo alcanforado. En el Tolima existe. Pero, también existe el Romero -así con mayúscula y como apellido- que en los últimos días, al igual que el arbusto, le ha dado al Tolima un apacible aroma de notoriedad cultural a nuestra región: hace pocas semanas, con el premio de poesía Casa de las Américas a Nelson Romero, y pocos días, el reconocimiento como mejor caricaturista en el país a Carlos Arturo Romero.

Valga la pena aclarar que estos ilustres Romero son tolimenses pero no son familiares: uno es oriundo de Ataco, el otro, de Ibagué.

Carlos Arturo ganó el premio de mejor caricaturista del Círculo de Periodistas de Bogotá (CPB), dentro de los trabajos más destacados en los medios de comunicación durante 2014, en competencia con los pesos pesados más prestigiosos y admirados de Colombia, en este género artístico: nada más ni nada menos que compitiendo con ‘Matador’, de El Tiempo, y ‘Beto’, de El Espectador, caricaturistas vinculados a los dos periódicos de mayor circulación en Colombia, mientras que Romero se bate como un tigre artístico, cultural y crítico en los dos más importantes periódicos tolimenses, Actualidad Tolimense y EL NUEVO DÍA.

O sea, desde la región para Colombia, de abajo hacia arriba, desde dentro de nuestra cultura, realidad social, política regional y popular hasta la cúspide del periodismo nacional.

En ésta ocasión, Romero denunciando con su trabajo ‘Premio de Periodismo 2014’, publicado en EL NUEVO DÍA el pasado 16 de agosto, hechos de violencia regional como el cobarde asesinato del periodista radial Luis Carlos Cervantes, director de la emisora Morena F.M. en Tarazá (Antioquia), donde aún operan con bastante movilidad y tranquilidad tenebrosas fuerzas del paramilitarismo colombiano. Ese micrófono simbolizando la muerte, que le permitió a Carlos Arturo Romero lograr el premio, expresa entre otras vicisitudes, la incertidumbre existencial de muchos periodistas y demócratas enfrentados -sin más armas que su voz o su pluma- cotidianamente a los fenómenos de violencia reinantes en varias regiones de la patria. Y se constituye, por ende, como un homenaje imperecedero a la vida y obra del inmolado periodista, reconocimiento surgido no desde la fría y serena capital de la República, sino de la impredecible, olvidada y agitada vida regional.

Carlos Arturo Romero, para honor del Tolima, se ubica ya en dentro de los grandes caricaturistas colombianos: dos premios del CPB -2009 y 2014- en esa categoría, constituyen prueba irrefutable de su talento y profesionalismo, que trasciende lo humorístico para consolidar opinión pública en democracia y paz. Precisamente en momentos en que la caricatura a nivel mundial, en especial a partir de los hechos trágicos en el Semanario satírico Charlie Hebdo, ha adquirido como nunca antes, importancia histórica, en calidad de emblema del derecho fundamental a la libertad de expresión. En buena hora, y con buen aroma para el Tolima y Colombia.

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