El embuste de la papeleta

Camilo González Pacheco

Los Verdes –con buenas intenciones- volvieron a poner de moda el tema de la séptima papeleta, mediante una propuesta relacionada con el fin de las conversaciones de paz adelantadas en La Habana, iniciativa ésta, -institucionalmente hablando- más enredada, que la adelantada por valiosos y valerosos jóvenes, que equivocadamente el país ha consagrado como los autores, forjadores e impulsores de la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, afirmación que históricamente no es verdadera.

Alfonso Gómez Méndez, en su pasada columna semanal en diario nacional, realizó importantes aclaraciones sobre el asunto, empezando por aclarar que los electores de hoy ya no tienen que introducir sobre (o papeleta) como ocurría hace algunas décadas. Ahora, se vota con tarjetón y no con papeleta. Lo que no precisó Gómez Méndez, fue que el efecto real en votos, contantes y sonantes, no se dio con la séptima papeleta. Esta afirmación sí la realizó en la Revista Diners, por allá en Julio de 2011, Juan Manuel López Caballero, al sostener que: “el asunto de la séptima papeleta es un mito mediático, que no existió ni jurídica ni físicamente, y que por eso no se reveló lo insignificante que fue la cantidad de “votos” depositados (menos de doscientos mil)”.

Parecer ser, que el factor decisorio de la convocatoria a la Asamblea Nacional Constituyente de 1991, fue el tema de la paz, y en concreto, los lamentables y dolorosos hechos de violencia que cegaron la vida de varios candidatos presidenciales, y en muy buena medida las negociaciones adelantadas con el M-19 para su reintegro a la vida civil; pero, ese es un tema largo, dispendioso y cansón, motivo de otras preocupaciones académicas.

En todo caso, el tema de la paz, jugó papel preponderante, en aquella época y lo juega en esta, para algunos arropado con el cuento de la papeleta, pero que el fondo significa movilizar opinión pública por una salida exitosa de las negociaciones adelantadas en La Habana.

Por ello, en cuanto lograr consensos de opinión pública en torno a la paz, la pregunta orientada a definir plazos para el fin de las negociaciones, no es acertada. Además uno de los actores ya rechazó esa tipo de consulta con esa finalidad. Los temas esenciales, aquí y sobre todo ahora, sin soslayar otros de extrema urgencia, parecen estar atados a las definiciones sobre tregua bilateral y participación política de los desmovilizados en caso de un fin exitoso de las conversaciones. Por ello, las preguntas deberían escogerse por ese lado, preguntándole al pueblo, por ejemplo si estaría de acuerdo -en caso de no haberse dado- con una tregua bilateral y limitada en el tiempo. O bien, indagar a la sociedad colombiana si estaría de acuerdo que al final de un proceso exitoso de las conversaciones los integrantes de las Farc (y el ELN si están en el proceso) puedan de manera inmediata ejercer sus derechos políticos de elegir y ser elegidos. Por ahí, podría ser más efectiva la consulta.

Comentarios