¿Hacia dónde va el Tolima?

Camilo González Pacheco

Hace varios años, líderes nacionales y economistas de alto vuelo de reconocimiento nacional e internacional, de cuyos nombres no vale la pena recordar, presentaron con inmensa emoción patriótica el TLC, en especial el celebrado con EE.UU., como la salvación económica y social de Colombia. Obvio, por acá en el Tolima, varios empresarios y académicos, que hoy guardan prudente y sabio silencio, compartieron emocionados tan inusitado frenesí.

La propuesta del citado TLC, sobre todo para el Tolima, partía de un principio, por demás ilógico, al asegurar que el desarrollo, o para estos efectos, el crecimiento económico regional, provendría de afuera, de EE.UU. y no desde abajo y dentro del Tolima, como lo han propuesto desde siempre líderes regionales que no comparten la viabilidad del esquema de desarrollo propuesta bajo la sombra funesta del neoliberalismo.

Quienes cuestionaron esa absurda tesis de los milagros del TLC, fueron descalificados por ignorantes y comunistas. Hoy aquellos ilustres descalificadores tolimenses, deberían -siguiendo los actuales ejemplos nacionales- pedir perdón por las equivocaciones planteadas, y ofrecer humildes, sinceras y sentidas disculpas públicas al Senador tolimense Jorge Enrique Robledo, y a los Centros de Pensamiento Regional que objetaron las presuntas maravillas del citado TLC. Reconociendo que el razonamiento del citado Senador, en relación con la inviabilidad de desarrollo regional a partir del TLC, y del modelo neoliberal de crecimiento, eran acertadas y correctas.

Este planteamiento en contra del neoliberalismo, parte entre otras muchas razones, de las conclusiones publicadas recientemente en El Nuevo Día a partir de un juicioso estudio, donde se demuestra que el TLC con EE.UU. no ha dado resultados favorables para el Tolima; la estructura económica del Departamento no se transformó. Y algo muy simpático: varios empresarios y analistas tolimenses, se encuentran “desinflados” con los resultados del falso milagro, que alguna vez los ilusionó sanamente.

De todo este desplome del equivocado modelo de crecimiento, solo sobrevive, y pasa raspando, el café. Algunos empresarios, verdaderos héroes regionales, (ojalá les vaya bien) persisten en el comercio de semillas, oleaginosos, perfumería, cosméticos, cerámicas. Otros paisanos, que jugaban en las grandes ligas del arroz, algodón, sorgo, trigo y textiles, ya reconocieron que por ahí –por el TLC- no es la cosa. Por esos lados, no hay futuro.

Lo anterior plantea, otra vez, la necesidad de encontrar unidos en el Tolima, nuestra vocación de desarrollo integral como región, adaptada a nuestras exigencias, fortalezas y realidades. Una anécdota: cuando se discutían los supuestos milagros del TLC con EE.UU. para el Tolima, un alto funcionario de la Cámara de Comercio de Ibagué, sentenció sabiamente: el mejor TLC para el Tolima, es Bogotá. Por ahí, sí es la cosa.

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