Francisco: En ti confiamos

Camilo González Pacheco

La visita del Papa Francisco al país está adquiriendo especiales connotaciones para consolidar la paz en Colombia. Afortunadamente. Y el Papa Francisco, tiene el peso conceptual y apostólico para avanzar favorablemente en el asunto. En especial, para sacar el tema del amor y del odio, de los círculos personales de prestantes líderes nacionales, y ubicarlos, de cara a la nación y la historia.

El principal mensaje de Jesús, que prevalecerá por los siglos de los siglos, según estudiosos de estos asuntos, lo constituye el mandamiento de amor al prójimo. Así de sencillo: amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos. Humberto Eco, analizando dicho mandamiento, enfatizaba en dos especiales circunstancias: que el amor al prójimo es a todos, no a una parte; y otro punto clave, el mandamiento básicamente recomienda que no odiemos a nadie.

Esto podría llevar, aquí y ahora en nuestra patria, a varios confesos católicos propensos a salir en medios masivos de comunicación asistiendo a los ritos dominicales de perdón y arrepentimiento, a reflexionar sobre su prédica, en especial a no odiar a quienes han pedido perdón por sus actos crueles, y obvio, cobijarlos con el manto constructivo del amor al prójimo.

Ojalá, el Papa Francisco, con su autoridad pueda reorientar a esos importantes y destacados ovejos, para que regresen al rebaño con devoción y esperanza.

En esa polarización, el amor es más difícil de irradiar colectivamente. El odio, cala más fácil en las muchedumbres. Es más, históricamente se registra, en muchas ocasiones, como un instrumento colectivo: el odio por el enemigo une los pueblos, han concluido importantes maestros de ciencia política. Y, sobre todo, cuando se azuza con religiones en sus versiones fundamentalistas.

En nuestro caso, y en torno a la polarización referida, amor y odio constituyen sinónimos de paz y guerra. Y el Papa Francisco está jugado con la paz. Expresamente, como lo afirma el Embajador colombiano ante la Santa Sede, su Santidad ha pedido, “no más guerra”. Y, remata: “Sólo la paz, irá despertando la capacidad de soñar”.

Además, aporta una valiosa reflexión ante el miedo que es una consecuencia del odio para estos efectos, “el miedo no une, amontona”, contrario a las consecuencias benéficas que trae a la humanidad la solidaridad y la convivencia.

Interesante entonces, conocer la interpretación del evangelio que aquí en Colombia dan los abanderados de la guerra, que se consideran más papistas que el Papa, cuando de ir a misa, rezar y comulgar se trata.

A ellos les debe trasnochar, desde ahora, la misión que Francisco, según versión del cardenal Primado de Colombia, viene a cumplir en Colombia: “El Papa viene a blindar la paz”. En buena hora.

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