La jirafa judicial

Camilo González Pacheco

“Dios, reconoce: la jirafa te quedó mal hecha” concluyó una niña en sesión de razonamientos infantiles dirigida por una docente italiana sobre temas cotidianos. Algo semejante, y en perspectiva retroactiva podríamos invocar a la Asamblea Constituyente, en relación con la intervención de las altas Cortes en la elección de funcionarios de la cumbre institucional conforme lo estipula la Constitución de 1991.

Reconozcamos: en ese punto, la Constitución nos quedó mal hecha. Un célebre jurista colombiano afirmó certeramente, en relación con ese asunto, que fue un “regalo envenenado” que le entregó la Constitución al sistema judicial. El resto, en cuanto a creación de instituciones, garantías de vigencia de derechos fundamentales y demás temas pertinentes a esas áreas de derecho, más o menos marchan bien, o por lo menos, mejor que antes.

La falla, residió entonces, en las facultades de naturaleza electoral dadas a las Altas Cortes, por donde se coló el cáncer de la politiquería, el clientelismo y la corrupción. En la práctica, se trasladaron los vicios electorales existentes y no las virtudes democráticas proyectadas. Algunos de los Honorables Magistrados, imaginados por la Constituyente como impolutos e incorruptibles, resultaron, emblemáticos abanderadlos de la corrupción colombiana, peores que algunos de los más tristemente célebres paladines de ella en las ramas ejecutiva y legislativa.

Y el terreno les resultó - a ese puñado de Magistrados - fértil y fácil para utilizar delictivamente, y de una, empezaron a realizar gambetas institucionales en provecho personal: la puerta giratoria para apoderarse de los más importes cargos públicos, el intercambio de puestos, el compadrazgo, la negociación de los fallos a partir de acuerdos en intercambios burocráticos, y sobre todo, el dominio sobre el ejercicio, funcionamiento y fallos de las entidades orientadas por sus ternados y elegidos, en especial, referidos a Fiscal, Procurador, Auditor y en la elaboración de las ternas para Consejo Superior de la Judicatura, Contralor General y Corte Constitucional.

Los recientes escándalos en la cúspide la Rama judicial, volverán a ubicar de nuevo como urgente y necesaria la Reforma a la Justicia en Colombia. Todo lo anterior orientado a retirar del ejercicio electoral a los Honorables Magistrados de las Altas Cortes.

Tres ex presidentes de la Corte Suprema de Justicia investigados por presuntos hechos delictivos, constituye un punto muy elevado, casi inimaginable y difícil de superar, en materia de corrupción en el sistema judicial. Por ello, la reforma debe ser radical, entendido el concepto como lo enseñaba Martí: desde la raíz. Y en este caso, a partir de reconocer que la jirafa judicial, nos quedó mal hecha. Si la justicia cojea, pero llega, esperemos que su necesaria reforma llegue más temprano que tarde. Ojalá.

Comentarios