Gajes del lenguaje

Camilo González Pacheco

Termina el año con un renovado e interesante debate académico y sobre todo lingüístico donde subyace la equidad de género, abanderado por importantes mujeres y feministas colombianas, relacionado con la utilización del lenguaje incluyente. El estallido reciente se dio a partir de la decisión de un Juez de ordenar a la Alcaldía de Bogotá modificar su slogan por el de Bogotá “mejor para todos y todas”.

Menuda decisión tiene el Juez de Segunda Instancia cuando ni siquiera al interior de la Academia de la Lengua existe consenso. Les lloverán rayos y centellas, sea cual sea el sentido del fallo.

Existe otro acontecimiento histórico, que no tiene nada que ver con la esencia de este serio asunto, sino con discusión referida a macho y hembra relacionado con el reino animal, que muy sutilmente refleja un poco la visión del machismo criollo. Por ser un hecho simpático de nuestra historia patria, vale la pena recordarlo en estos días de descanso de fin de año.

Todo ocurrió por allá en las primeras décadas del siglo pasado, en un debate en el Senado de la República, según relato de Eduardo Lemaitre, cuando Laureano Gómez inconforme con la suscripción de un Tratado, protestaba porque el gobierno pretendía llevar mansamente a los Senadores, a firmar dicho instrumento internacional, como “ovejos”.

Su contradictor en la Plenaria era nada más ni nada menos que el Canciller Marco Fidel Suárez, uno de los más importantes lingüistas colombianos, quien interrumpió a Laureano, precisando que el término ovejo no existía en nuestro idioma. Iracundo Laureano ripostó: “¡¿No existe?! ¿Y el macho de la oveja, qué?”. Entonces serenamente, Marco Fidel contestó de inmediato: “Se llama carnero doctor Gómez”.

Desde ese día el Monstruo, como era llamado por su capacidad oratoria y desempeño como opositor, Laureano Gómez odió eternamente a Marco Fidel. Y de ñapa, y para peor, se ganó el apodo de “ovejo”.

Quizás en ese tiempo, un varón se sentía ofendido al ser llamado oveja. No sólo por su mansedumbre, -la de la oveja- sino también por tratarse de una hembra. Y, sobre todo, en el caso del Monstruo Laureano Gómez, por haber sido uno de los más emblemáticos líderes históricos de nuestra derecha extrema, que predicaba abierta y fanáticamente la ideología franquista como soporte del Estado y la Sociedad, para que, sin más, se le tratara como una apacible oveja. Gajes del lenguaje... y del oficio.

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