Ya era hora

Camilo González Pacheco

Uno de los avances más importantes para la democracia colombiana, originados a partir del proceso de paz adelantado con las Farc, y que aún no ha sido lo suficientemente analizado, lo constituye el amplio espacio electoral conquistado por las fuerzas alternativas, a partir de la convicción de los votantes que ese apoyo, en nada está ligado con vinculo tácito, clandestino o negociado con fuerzas subversivas.

En pasado reciente, la izquierda en gran parte de sus expresiones políticas, en algo y en mucho, reflejaba ese contubernio. De ahí, su eterna marginalidad. Desaparecido el fantasma de la guerrilla triunfante con membrete de izquierda legal, se ha podido conformar un importante frente político, que ha demostrado su fortaleza en las pasadas elecciones presidenciales y recientemente con el abultado resultado en la consulta anticorrupción, en la que triunfó el voto consciente y se derrotó al clientelismo.

Palabras más, palabras menos, la izquierda ahora hace parte de una gran franja electoral, con posibilidades ciertas y reales de acceso al poder. Ahí está el reto, sobre todo en el campo regional a partir del proceso electoral del año entrante. Convendría, claro está, precisar qué se entiende a estas alturas por izquierda democrática, sin soslayar la esencia de su prédica conceptual referida esencialmente a un modelo de Estado y de desarrollo integral en favor de las olvidadas mayorías sociales.

Las fuerzas alternativas, han permitido superar la visión miope y sectaria de la izquierda nacional, de ver el panorama político y social simplemente en blanco y negro, y poder en estas recientes coyunturas apreciar el horizonte de cambio con toda la variedad de colores de un arcoíris de democracia nacional. La unidad en torno a la lucha contra la corrupción, por ejemplo, aún en la propia Casa Presidencial, donde ejerce un connotado contradictor político, constituye una aleccionadora experiencia de pluralismo y convivencia ciudadana.

Tampoco la ilusión puede ir tan lejos. Se darán acuerdos en torno a varios aspectos formales de funcionamiento del Estado, que son importantes, y en defensa de derechos fundamentales imprescindibles para la dignidad humana. Pero sólo hasta ahí.

Ya en cuanto se refiera a reformas económicas y sociales, tipo reforma agraria, volverá a saltar la liebre de la contradicción conceptual. De eso, se trata. Y no debemos olvidar, que la Presidencia la ganó la derecha, ojalá con un joven Presidente no tan fanático y camorrero como su posible eterno jefe.

El proceso de paz con las Farc, logró desocupar el Hospital Militar de soldados heridos y mutilados, pero también consiguió que las urnas se llenaran cada vez más de votos conscientes por un futuro mejor para Colombia. A buena hora: Bienvenido el debate conceptual.

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