Pajaritos de oro

Guillermo Hinestrosa

El oro no tiene utilidad conocida, distinta a fungir como refugio del dólar y cebar la fatua vanidad humana. Su ecosistema es idéntico al del narcotráfico: prostitución, narcoguerrilla, políticos corruptos, devastación de la naturaleza.
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Aún así, los mineros acechan las cuencas de los ríos Coello y Saldaña, afluentes del Magdalena, que surten los distritos de riego que llevan sus nombres. Quieren engrosar sus bóvedas y las nuestras: las suyas del dorado metal, las nuestras con los despojos del envenenamiento, la destrucción y el crimen.

La Procuraduría Ambiental y Agraria le presentó a Cortolima, vencidos ya los términos, un recurso de reposición contra la licencia ambiental dada a Agregados Ingecol y Construcciones S.A.S., para extraer oro en un área de 346 hectáreas, ubicada entre Ataco y Chaparral. La licencia sale en los estertores del periodo de Jorge Enrique Cardoso en Cortolima. Me informan que no notificaron a la Procuraduría, ni hubo audiencia pública. La nota de El Nuevo Día dice que la calificación del Plan de Manejo Ambiental PMA fue apenas del 52% y agrega: “según ellos van sacar toda la tierra, la vuelven a poner y la capa vegetal la van a guardar para colocarla nuevamente y dice textualmente en el Estudio de Impacto Ambiental que va a quedar como si no hubiera pasado nada”. El líder del proyecto es una celebridad en la región: indígena, oriundo de Ortega, fue barequero y dicen que está dispuesto a tolerar bateas en el río.

Hagamos claridad sobre la maldición del oro. Tomemos como ejemplo La Colosa, en Cajamarca: para extraer un gramo hay que triturar entre 272 y 1.000 kilos de roca. Aceptando que fuera la cantidad menor, se requerirían 65 gramos de explosivos y luego lavar las impurezas en un metro cúbico de agua, usando 3,5 gramos de cianuro.

Las 833 toneladas de oro dispersas en las montañas de Cajamarca valdrían hoy $US43.200 millones de dólares. Habría que remover 226´6 millones de toneladas de tierra con 54.145 toneladas de explosivos. Algo así como revolcar la masa de 3.200 Torres Colpatria con la energía de cinco bombas atómicas, como la de Hiroshima. Limpiarían el estropicio desviando 833 millones de metros cúbicos de agua, que endulzarían con 2.975 toneladas de cianuro.

Todo esto en el santuario de cóndores, osos de anteojos, pumas, centenares de aves multicolores y la Palma de Cera del Quindío, el árbol nacional, solo superado en altura por las secuoyas norteamericanas. ¿Y las regalías?, aparte de financiar campañas políticas, un 4% imposible de controlar.

Los mineros siempre prometen empleo y desarrollo. Aparte de los burdeles que valorizarían las casonas de Cajamarca, aluden a los 2.406 viajes diarios que harían 420 tracto volquetas de 30 toneladas, yendo y viniendo, durante veinte años, con el cascajo que sería lavado en la meseta de Ibagué. Pingüe negocio para las estaciones de servicio, vendedores de aguapanela y el concesionario de la doble calzada: 7´500.000 peajes en veinte años. No habrá carretera que soporte, ni paciencia que aguante circular con trece kilómetros de camiones, en línea, transportando dinamita, cadáveres de árboles, piedra caliza, arena y cianuro, todos los días.

Le pregunto al señor Procurador General de la Nación: ¿es cierto que no notificaron a la Procuraduría?, ¿dónde están la demanda de nulidad de la licencia expedida a Agregados Ingecol, con solicitud de medidas cautelares, y las investigaciones disciplinarias a los funcionarios que la otorgaron, y de ser el caso, a los que dejaron vencer los términos?

La Directora de Cortolima, Olga Lucía Alfonso, tiene en su escritorio el recurso de reposición y la revocatoria directa. No creo que se coma el cuento que todo “va a quedar como si no hubiera pasado nada”, sabiendo que aguas abajo se abre paso el malhadado Triángulo del Tolima. De lo contrario, qué sigue: ¿La Colosa?

Razón tenía José Arcadio Buendía, cuando alucinado por los efluvios del mercurio le advertía a su hijo Aureliano, quien padeció 32 guerras civiles, 14 atentados y 73 emboscadas: “Si no temes a Dios, témele a los metales”

GUILLERMO HINESTROSA

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