La insoportable levedad

Guillermo Hinestrosa

Hasta hace tres meses todos queríamos ser delgados, esbeltos, ligeros, no solamente por razones de salud, sino para tener una apariencia atractiva, interesante, seductora. Pero esos propósitos de prolongar la juventud a punta de sacrificios dietéticos y rutinas aeróbicas se han echado a perder con el confinamiento. Una vez termine la casa por cárcel y antes de regresar a los gimnasios y campos deportivos, saldremos a la calle con los bolsillos vacíos, la correa dos huecos más larga y tapabocas Leonisa, para que no se desparramen los cachetes. La moda light habrá sufrido un golpe letal.
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Según el exministro Juan Carlos Echeverry, la nueva tendencia afectará el mundo de la Política. Fue una de las interesantes tesis que esbozó en la jugosa entrevista que le dio a Guillermo Pérez en la página web de El Nuevo Día. Adiós a la liviandad, la superficialidad, los políticos light que no dicen nada. En un documento que circula por las redes sociales, elude la galería local, pero menciona celebridades extranjeras como David Cameron, el ex premier del Reino Unido que convencido de ganar consultó el Brexit y perdió o Pedro Sánchez, premier español que convocó una manifestación que duplicó los contagios de covid 19, infectando a su propia esposa. Sin duda se refería también a esos políticos locales que no proponen nada y se exhiben en bluyines, camisa remangada y mirada sonriente perdida en lontananza.

Parafraseando a Clemenceau, dice que la economía es muy importante para dejársela a los economistas. La decisión de cuánto se gastará en la crisis y en qué se invertirá, no es delegable. Le corresponde al Jefe de Estado. El presidente de un país debe estar a la altura de las circunstancias para guiarnos por el sendero que nos librará del hoyo negro que amenaza devorarnos. 

Otro que habla claro es Carlos Gustavo Cano. Para el experimentado tolimense llegó la hora de apostarle al gasto público en infraestructura. Fortalecer las fábricas de agua, garantizar nuestra seguridad alimentaria, estimulando la producción de comida. Parafrasea al expresidente Uribe con un nuevo mantra: Gastar, gastar y gastar, con deuda pública, no con impuestos. Como Echeverry, le da un adiós temporal a la regla fiscal y la ortodoxia, pero también a la miopía y el sectarismo de la derecha recalcitrante, que no ha caído en cuenta que cuando el capitalismo desfallece hay que corregir los estropicios de “la mano invisible”, acudiendo a John Maynard Keynes, única vacuna probada para enfrentar los cataclismos económicos, sin sacrificar la democracia.            

No tengo duda de que llegó el momento de construir el mínimo producto viable con el proyecto del Triángulo del Tolima. Habilitar ocho o diez mil hectáreas de las treinta mil previstas, bien contratadas y haciendo un experimento de reforma agraria inteligente y productiva, que desarrolle por etapas esa zona ancestral, habitada por comunidades campesinas y de pijaos empobrecidos.

También recomiendan apoyar a las empresas vía el consumo de las familias. El entrevistador lo resumió con una frase genial, que atribuyó a George Bush: “Si quieres hacer algo por tu país, vete de compras…”. Fórmula bien diferente de darle más al que ya tiene, bajando los impuestos de los magnates con capacidad de lobby y subiéndolos a la clase media. 

Es un orgullo y un alivio escuchar estadistas de raigambre tolimense haciendo planteamientos serios, solidarios, eficaces para recomponer el roto equilibrio social. Quizá si se deciden a presentar sus nombres no tengamos que invocar la identidad de género para escoger alguna de las patéticas opciones light que ofrece el deslucido espectro de la política colombiana.

Mi conclusión es: No más demagogos rapaces, ni pensadores pesos mosca, pluma o gallo, para gobernar un país anémico y desplumado.

GUILLERMO HINESTROSA

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