Ecos del poder

Guillermo Hinestrosa

Recuerdo la fábula del rey que en la trastienda del palacio le gritaba a una caverna para solazarse en el eco de su voz. Una leyenda que plasma la vieja maña de los poderosos de usar los recursos públicos para, desde encumbrados atriles, exigirles a los medios de comunicación que repliquen sus mensajes, invectivas y caprichos.  
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Fox News no ha cesado de difundir la desinformación del fraude proclamado por Trump en las elecciones que perdió; Santos y Montealegre aún celebran (por separado) la escandola de los hackers Sepúlveda y Bajaña, que fraguaron con la prensa para darle un vuelco a la segunda vuelta presidencial de 2014. 

Nuestra parroquia no es ajena a tal manía. En junio de 2020 leíamos en un portal electrónico: “Existe unanimidad de criterios al interior de la Universidad de Ibagué para nombrar rector a Alexander Castro en reemplazo de César Vallejo, quien renunció en forma sorpresiva en las últimas horas”. Luego exponían la supuesta encrucijada en el alma del asesor de Óscar Barreto, que vacilaba entre mantener su contrato de prestación de servicios en la gobernación o aceptar la rectoría de tan prestigiosa institución. En verdad, el Consejo Directivo jamás lo consideró para el cargo, pero la fake news le sirvió al admirador de Gramsci para posicionarse como redactor de columnas de opinión y ser promovido a gerente de Indeportes.  

Recientemente, en otro post, se aseguraba que el candidato “in pectore” de Barreto a la Gobernación era su sobrino Santiago, y no Adriana Magaly Matiz, pues con Andrés Hurtado habría aprendido la lección y “no le volvería a soltar el poder a personas que no pudiera controlar”. La última perla fue el discurso de Chucuní, donde el dirigente manifestó su inclinación por Gerardo Yepes, “el único candidato a la Cámara por el que Óscar Barreto pide a sus amigos que voten por él”, ante el desconcierto de Nelly Arbeláez y Delcy Isaza, ya vestidas y alborotadas.  

Es entendible que el chisme político haga parte de la información, pero no se puede soslayar lo que subyace a este tipo de mensajes. Las veladas advertencias a quienes pelechan a la sombra del clan, para que tengan claro quién financia sus campañas y se considera dueño de las curules, los puestos, los contratos y los votos. 

En una democracia es normal que parlamentarios, gobernadores y alcaldes pertenezcan a un partido o movimiento, pero eso no significa que estén hipotecados a su dirigente local, pues una vez electos constitucionalmente representan el interés general.  

Desde el Halloween 2021 gobernador y alcaldes realizan eventos donde reparten mercados, refrigerios, aguinaldos navideños y agasajan docentes, lideresas, campesinos, etc. Antes de que entrara en vigor la Ley de Garantías la alcaldía de Ibagué enganchó 2300 contratistas, que luego citaron en la Plaza de Bolívar para aplaudir a Fico, plan B del movimiento, según lo reseñaron algunos medios. 

¿Creerán que existen patentes de corso para que los funcionarios intervengan en política, prescriban los procesos penales y sobre endeuden los municipios para acometer elefantes blancos sin estudios previos? He ahí la explicación al derroche de tanto dinero.

El remedio está en un elector bien informado. Como dijo Kapuscinnki: “El trabajo de los periodistas no consiste en pisar las cucarachas, sino en prender la luz, para que la gente vea cómo las cucarachas corren a ocultarse”.

Guillermo Hinestrosa.

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