“Yo soy el único que importa”

Guillermo Hinestrosa

Perplejo quedé con la declaración en la que Juan Manuel Galán, director del Nuevo Liberalismo, adhirió a Rodolfo Hernández: “La razón de ser histórica de nuestro proyecto político ha sido, es y será el combate a la corrupción, el clientelismo y la defensa de las libertades democráticas institucionales”.
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Lo digo porque la Procuraduría formuló contra “el ingeniero” un extenso pliego de cargos y la Fiscalía ya lo imputó por “interés indebido en la celebración de contratos”. El caso tiene que ver con la selección del consultor encargado de evaluar las propuestas para una concesión, por 30 años, de la recolección de basuras y el relleno sanitario de Bucaramanga, valorado en $250 millones de dólares. También con un documento de “corretaje” con comisión de éxito, suscrito, entre otros, por su hijo Luis Carlos. 

La acusación da cuenta de 108 pruebas entre documentales, periciales y testimoniales. En el expediente (y redes sociales) hay grabaciones de las supuestas órdenes impartidas, con grosero desprecio a la ley y amenazas de “echar hoy mismo” a la funcionaria que arguyó impedimentos legales para firmar. De ser elegido, el Juzgado 10 Penal del Circuito de Bucaramanga perderá la competencia y el caso pasará a la Comisión de Acusaciones de la Cámara de Representantes, conforme al fuero consagrado por el artículo 199 de la Constitución. Pero a medio país le importa un bledo si Hernández es corrupto o no, con tal que frene a Petro. Intentaré explicar el desvarío colectivo inspirado por el miedo y la desconfianza que despierta el candidato del Pacto Histórico. Leí su libro “Una vida, muchas vidas”, texto que se enfoca más en su pasado revolucionario que en presentar una propuesta de futuro, lo que considero una equivocación. 

No hay ninguna leyenda dorada qué contar ni nada que enaltecer de las guerrillas colombianas. Un ejemplo: la toma y retoma del Palacio de Justicia sintetiza lo peor de nuestra historia reciente: desprotección deliberada del recinto, terroristas ensoberbecidos, expedientes judiciales incendiados por encargo de la mafia, aleve masacre de los magistrados; militares insubordinados, detenciones ilegales, torturas, desaparecidos, fosas comunes. Una herida que no ha sanado en los mayores de 50 años. No obstante, ante la pregunta que le formulara el director de Noticias RCN, sobre qué haría distinto para la segunda vuelta, respondió con sarcasmo: “Más o menos lo mismo que hacía hace 20 o 30 años, ya lo verás..., me oyes…, un retorno a mi juventud, eso quisiera”. Un doble sentido que algunos interpretaron como velada advertencia. 

Sigamos con sus quiméricas promesas: salario mínimo para 3,6 millones de desempleados: $66 billones; medio salario mínimo para 3 millones de ancianos: $18 billones; Ingreso Vital Básico (unificando todos los programas sociales) de medio salario mínimo: $39 billones. La Silla Vacía las estima en $176,6 billones (versión plena) o $68 billones (versión del último debate). Más del doble de la reforma Carrasquilla ($30 billones) que incendió al país el año pasado. 

“Yo soy el único que importa”, declaró en noviembre de 2017 el populista Donald Trump, desdeñando sus dificultades para conformar equipos y hallar candidatos idóneos que aceptaran ingresar a su malhadada administración. Igual parecen pensar el par de megalómanos que aspiran a gobernarnos. Votaré en blanco por primera vez. 

 

GUILLERMO HINESTROSA

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