Un sobreviviente de Lepanto

Guillermo Pérez Flórez

El 7 de octubre de 1571 en el golfo de Patras, cerca de la localidad de Lepanto en la Grecia actual, tuvo lugar la batalla naval más importante de la historia moderna, la cual pasó a la posteridad porque selló la victoria cristiana sobre el Imperio Otomano, y porque en ella supuestamente perdió el brazo izquierdo Miguel de Cervantes Saavedra. Con el correr del tiempo, sin embargo, se vino a saber que eso del ‘Manco de Lepanto’ fue más apodo que realidad, pues si bien la mano le quedó inutilizada a raíz de un disparo de arcabuz, el brazo jamás le fue amputado.
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La historia anterior es más o menos conocida. Existe, sin embargo, otra que ha pasado inadvertida, relacionada con un cristo moreno que vendría a hacer milagros en la muy noble y leal ciudad de San Sebastián de Mariquita, por petición que hiciera al rey Felipe II, el adelantado Gonzalo Jiménez de Quesada a través de una de las infantas de la corona, hija de Isabel de Valois, tercera esposa de este rey. Dicho cristo, estuvo en una de las embarcaciones de la ‘Liga Santa’, una coalición de fuerzas cristianas liderada por España, Venecia y los Estados Pontificios, asido a un mástil, como símbolo del cristianismo. Después de esa épica batalla el cristo llegó a Barcelona, y desde allí inició una larga peregrinación hasta la Nueva Granada. Antes de continuar con esta historia quiero comentarles que hace años visité el Museo Marítimo de Barcelona, y cuál no sería mi sorpresa al ver un cristo gemelo del que reposa en Mariquita. Me impactó, no solo por el parecido, sino porque creía, equivocadamente, que el de la Ermita era el único cristo moreno. Años después, conocí a otro más, el Señor de los Milagros, en Lima (Perú), que en 2010 el gobierno, mediante resolución, designó como patrono de la Religiosidad y Espiritualidad Católica del Perú.     

Volviendo a Lepanto, se puede afirmar que Cervantes Saavedra y el Cristo de la Ermita son los únicos sobrevivientes de esa batalla. Han pasado 452 años, el autor del Quijote sigue más vivo que nunca, y nuestro hermoso Cristo continúa haciendo milagros a los miles de peregrinos que van a Mariquita. Esto ha vuelto a mi memoria, a raíz de una descabellada intervención en un costado exterior de este templo del siglo XVI. La comunidad puso el grito en el cielo, y rápidamente el ministerio de Cultura ordenó la suspensión de las obras. Suelo ser crítico con los gobernantes y las entidades públicas, pero reconozco que la respuesta del Ministerio y la acción de la Alcaldía fueron rápidas, lo cual me ha devuelto la esperanza de que aún es posible hacer algo para rescatar el rico patrimonio histórico cultural de Mariquita y del Tolima. Hay casos más deprimentes, como el del complejo ferroviario, en manos de Invías. Se lo está comiendo la hierba. Ya habrá lugar para hablar de ello. Al señor ministro de Cultura quiero pedirle que la oficina jurídica del ministerio apruebe el Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) del municipio, que lleva cinco años en revisión.

Hoy visitaré el Santuario Diocesano de la Ermita y encenderé una veladora al Cristo sobreviviente de Lepanto, para que nos ayude a derrotar a los ‘infieles’, a quienes nada les importa el patrimonio histórico, cultural y ambiental de nuestro pueblo. Este sí que sería un verdadero milagro.  

GUILLERMO PÉREZ FLÓREZ

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