Agua y verdad

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Como dos globos en el aire circulan entre el público dos temas que llaman la atención pero a pocos preocupan: el agua y la verdad.
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. No es un secreto que el desierto de la Tatacoa hace muchos años y con paciencia, avanza por los lados de Aguas Calientes en terrenos alpujarreños, y que son varios los municipios del Tolima que sufren por falta de agua para sus habitantes y el sector agropecuario.

Pero no es solo el Tolima el departamento que observa en silencio como se destruyen las reservas forestales y los recursos hídricos con la bendición comprada de responsables de su conservación, que ahora esperan monumentos en el río Luisa, Galilea, Ataco y Calambeo, a pocas cuadras de la Plaza de Bolívar, el sitio perfecto para poner a desfilar a todos los responsables del desastre ecológico  que ya nos golpea. Asesinaron a Cejas, el custodio del Camino del Cóndor que cuidaba su entorno en el páramo de Santa Isabel y todos en silencio como en los días de la pajaramenta. Minería ilegal por todas partes.

Robo de agua para cultivos y corte de arboles en Ibagué y no aparecen los controles.  Son muchos los que recuerdan la Plaza de los Burros  como el mejor sitio para disfrutar la vista de los cerros de La Martinica, cubiertos de una vegetación ahora perdida sin que los directivos de Cortolima se hubieran dado cuenta de los incendios y las talas, dizque por estar ocupados tramitando concesiones. Aparece quien defienda nuestro patrimonio ambiental o nos jodemos comprando bonos Carrasquilla.

Pero el tema que golpea el pecho de la Nación es la Verdad. Duele porque no quieren que se conozca la historia del país del último siglo, especialmente la relacionado con la violencia que continua siendo contra los de abajo, promocionada y patrocinada por los que lograron la posición social, económica y política que los blinda y les da autoridad moral para hacer lo que les viene en gana, en un país sin dolientes y amenazado por los servicios de seguridad del estado.  Según los dueños del poder en Colombia no han existido masacres ni  habrá culpables. Las masacres de indígenas siguen ocurriendo como un fenómeno imaginarios de los que usufructúan sus tierras robadas. Se institucionalizó la corrupción solo para dar primas y subsidios a los que lo tienen todo. Tienen razón: el día que se sepa la verdad se producirá un cataclismo y van a faltar pastores buscando salvadores.

Ñapa.-Se hace vaca para pagar un curso corto sobre ética, amor por el Tolima y medio ambiente para los parlamentarios tolimensos Adriana Matiz, ‘Choco’ José Elver Hernández, Ricardo Ferro y Jaime Yepes. Aclaración: no se va a dictar en una pesebrera.

 

HÉCTOR MANUEL GALEANO

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