Cotudos y con paperas

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La pandemia sirvió para que la delincuencia cultural del Tolima se destapara con tranquilidad y el respaldo oficial, este tan descarado como los que roban dineros de la salud de los colombianos que la están disfrutando sin ser incomodados.
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Descubren que el agua moja para trampear recursos de la cultura, especialmente de manifestaciones populares, que son parte de nuestro patrimonio cultural, con personas cuya carencia de ética y de amor por la tierra les permite hacer maniobras no permitidas en un gestor cultural. Los hay con prontuarios por plagio, por robo a entidades culturales, con títulos falsos, aptitudes desconocidas y escrúpulos ausentes.

Claro que todo se da en medio del despliegue y promoción en los medios de comunicación de las vidas “ejemplares” de mafiosos y asesinos que solo dejan malos mensajes a una juventud pobre en educación, en salud y valores, y sin trabajo.

Le están acomodando creadores a lo ya existente, para presentarlo como patrimonio del cual pregonan ser herederos, dejando por fuera a parientes sobrevivientes desaparecidos por escritura  pública fraudulenta. Son estos impostores los que quieren institucionalizar El Sanjuanero, algo institucionalizado hace muchos años por la tradición e instituciones folclóricas, desfigurando su esencia y contando con la deshonestidad de algunos pocos representantes de la comunidad que modifican nuestra historia musical e ignoran la legislación sobre patrimonio cultural.

Ahora son los pontífices de la cultura y trincan a su nombre sin saldar cuentas pendientes que no pagan con amenazas y demandas. Y como tullidos culturales piensan convertir en maratones culturales nuestras fiestas tradicionales sin estudiarlas. Lástima grande que a nuestras autoridades les importe un carajo la cultura. No entienden que son el fundamento de la actividad humana e ignoran que hace más de medio siglo Colombia firmó un convenio de la Unesco, según el cual los gobiernos darían especial importancia a la cultura en los planes de desarrollo.

Sobre el tema tertuliaban unos asesores culturales, que discutían sobre la mejor forma de invertir lo recaudado con la estampilla Pro-cultura de un municipio. Uno consideraba importante la ceremonia para el bautizo o la capada de la mascota de la mujer del alcalde. Se acabó el diálogo por no estar seguros sobre lo que se iba a celebrar.

Ñapa.- Es urgente el estudio del significado de las manifestaciones culturales y las fiestas tradicionales del Tolima.

HÉCTOR MANUEL GALEANO ARBELÁEZ

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