Ética, tolerancia y cultura

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Vainas del acuartelamiento. Por la pandemia, para vender miedo, para negociar con el hambre o simplemente para joder a toda hora, ya estamos hartos con peroratas televisadas sobre los peligros de los ateos, la izquierda, de otras religiones y hasta de los científicos y médicos cubanos.
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Por eso dizque no hay horario para la acostada ni la levantada. Claro que yo me levanto antes de las cinco de la mañana pero no a vainas de mi muy vieja vida militar, sino por mis nuevos contertulios. A las cinco y media ya están trinando los colibríes para saludar y exigir la dotación de arroz, banano y agua con azúcar. Y yo mirándolos y recordando o imaginando. Me veo sentado a la orilla de la quebrada Las Mellizas, en mi pueblo, observando los osos perezosos en el montecito a la entrada de la finca de Don Aquimín. Ternura y tranquilidad en su mirada que es la visión de la armonía con la naturaleza que todos defendíamos sin tener legislación sobre el tema, porque se respetaba la función social de la propiedad y no se veía el desespero por dañar el medio ambiente, para acomodar arribistas en cajas de fósforos vendidas como viviendas para lobos, como se ve en Calambeo con urbanizadoras cuyas fuentes no veo, diría la Guacharaca, que a lo mejor ya hubiera contado como aterrizó y por qué pegó en Ibagué La Gata o Mamá Ibagué.

Trayendo otro poquito de arroz para la pareja de carpinteros que son puntuales a las ocho, me llegó el recuerdo de los ladrones que salían de la cárcel y se tenían que ir del pueblo porque les negaban hasta el saludo y observando tres parejas de tominejos, resulté imaginándome Colombia si hiciéramos lo mismo con los corruptos, le daríamos mitad de partido a diez pandemias y nos tocaría comenzar a formar líderes no enamorados del dinero. Se podría ensayar publicando y divulgando permanentemente los listados de los pícaros incluyendo los que prostituyeron los controles del medio ambiente.

Mirando para adentro nos damos cuenta que el más importante de los  derechos y valores es la vida. Por donde la quiera mirar y que la solidaridad es esencial para la convivencia. Es algo que no se decreta. Toca comenzar trabajando con la infancia y poniendo en marcha el respeto de la ética por parte de los funcionarios y los dirigentes. No parece imposible si se busca la felicidad aportando lo mejor para el futuro de las nuevas generaciones.

Cada uno de nosotros puede hacer su aporte sin necesidad de pelear. Tolere y respete al que piense distinto. Va mi recuerdo para la barra Sanjuanera de Purificación. No pasa mes que no me envíen La Loca Margarita, interpretada por un grupo santandereano que se hace acompañar de un pequeño grupo que hace coro en la ‘hijueputiada’ a los godos. Le sacamos pelos a la calavera y aplanchamos al que no llegue cargado de humor.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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