La vacuna

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Lo administrativo marcha muy bien y lo científico mejor. Los informes de los equipos de investigación nos hacen pensar que en pocos días podremos anunciar la producción y la distribución masiva de la vacuna. Tanta sabiduría acumulada tenía que dar sus frutos sin la intervención de quienes su sapiencia solo les permite pensar en amontonar dinero, principalmente robado, como está institucionalizado.
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Todo lo da la tierra y se consigue en la región. Murciélagos blancos y ranas amarillas por los lados de La Yuca, babosas verdes y alacranes color naranja en la zona ‘cardosiada’, donde pensaron meter, sin dolor, una represa para joder la región, sudor de politiqueros honestos en la pesebrera que sabemos, gotas de sangre de zurdos y no creyentes por los lados de Rancho de Fique.

Los laboratorios se montaron en lo que fue el trapiche de Manuel Góngora, de donde el diablo sacó en pura berrionda a Care Tigre, el hijo de Doña Oliva, cuando buscaba un ternero perdido y el rancho quedó con la fama que la gente volvió leyenda. Eso en La Rica, la vereda donde se fundó el pueblo lleno de antioqueños mineros, jugadores y putañeros que celebraban los mejores rosarios de mayo, desde los días del curita Madrid, uno de los fundadores de Santa Chava. A mí me tocó la época del Padre Castro, siempre con el trueno a la vista y frecuentes visitas de sus familiares, con dos sobrinas que nos ponían a chorrear babas. La mejor dotada se llamaba Mercedes y por su culpa me echaron del catecismo dominical. Nos repetían sin cesar: fe es orar y levantar el corazón a Dios para pedirle mercedes; unas explicaciones y repita. Una de las señoritas Torres, encargada de la catequesis me mira y pregunta: ¿para usted qué es fe? Me pongo de pie y respondo muy seguro: fe es orar y pedírselo a Mercedes. Me sacaron del catecismo y acabaron mis aspiraciones de monaguillo.

A la salida y desde el atrio de la iglesia observé a Brígida, la bruja del pueblo, metiendo unos paquetes dentro de un costal mientras rociaba madrazos… Ahora sí entiendo porqué desde un principio se dijo que no querían nada con predicadores, vendedores de milagros, brujos y adivinos. Con razón los únicos voceros del laboratorio son los dos mejores escatólogos del país que fueron los de la noticia de la vacuna contra el Covid-19 y serán los que indiquen cuándo inician su distribución gratuita en el Parque Industrial Municipal, en el rascacielo más alto. Prohibirán la asistencia de politiqueros para evitar el robo de la vacuna.

Dicen que la delincuencia cultural, de la mano de los necrófagos de Armero, ya organizan la patentada  del descubrimiento de la vacuna con el Notario que sí sabe lo que es Sanjuanear, sin ser del Cartel de la Toga.

Ñapa. Mientras unos queman pólvora mojada en sus campañas politiqueras y se entretienen malgastando los dineros para atender la pandemia, otros guardan silencio cómplice ante la irresponsabilidad de las autoridades ambientales frente al daño a la naturaleza y a los tolimenses con la mina Apone (Ataco - Chaparral - Río Saldaña), la represa en el río Totare (Venadillo - Alvarado - Piedras- Anzoátegui - Santa Isabel) y en Ibagué con los Cerros del Norte, Calambeo, Ambalá y Vergel y, como para que saque mi camándula, el patrimonio cultural de San Jorge. Como para sentarse a cranear el remedio contra la corrupción, la vacuna contra la malparidez y el premio para quien encuentre un político honesto.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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