Nuevo ciclo de violencia

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Sin tomar el partido de los odios, los sentimientos y la necesidad de ocultar la verdad de alguien con interés diferente a ponerle fin a este ciclo de violencia, es bueno tener en cuenta que ni Uribe, ni su partido y su gobierno, están de acuerdo con el éxito del proceso de paz.
PUBLICIDAD

Tienen sus razones porque no fue Uribe sino Santos quien tuvo el acierto de haberlo iniciado y haber obtenido el premio Nobel de la paz. No le pueden reconocer ni perdonar ese logro. No sobra recordar antecedentes. Uribe le hizo homenaje de desagravio al general Rito Alejo del Río, el pacificador de Urabá.

En el equipo uribista son fuertes los enemigos de la restitución de tierras, y amigos de los acaparadores de tierras y narcotraficantes. Cuando asesinaron en Brasil, por un supuesto cobro de cuentas del Ñeñe Hernández, el presidente de la Federación Nacional de Ganaderos, Felix Lafaurie lo absolvió con sus declaraciones… “Una persona querida en nuestro medio nacional. El país pierde a un gran señor”. Blanco es, gallina lo pone y María Fernanda cabal da madera contra los campesinos y, Paloma Violencia arremete contra los indígenas. Golpes bajos a la JEP, apoderamiento de los organismos de control y no inclusión del proceso de paz, el proyecto de plan de desarrollo, peroratas informes falsos y disculpas pendejas e intromisión bobalicona en la política de Venezuela abandonando los problemas con la frontera.

En vez de quemar tanto esfuerzo por volver trizas al acuerdo de paz, temiendo sus consecuencias, deberían dedicarse a trabajar en el acuerdo por devolver y respetar la tierra de los indígenas y los campesinos la restitución de sus tierras, la defensa a los derechos humanos, la reparación de las víctimas, la reforma política, el rescate de la dignidad y eficacia de la justicia, el fortalecimiento a la ciencia, la investigación, la educación y el control eficaz y extinción del dominio los dineros de los narcotraficantes.

Falta que nos hace una gran campaña por la reconciliación, a todos los niveles, lograr que las campañas políticas se hagan sin destilación de odios, y sí con proyectos en beneficio de todos, especialmente de campesinos, indígenas y desposeídos.

Pensamos en una generación que tiene derecho a no ser víctima de la violencia que no podemos institucionalizar. Rescatemos la solidaridad y el buen vivir. Dejemos de mirar al contradictor como enemigo y hagámoslo compañero de diálogos, pensemos que ya es hora de abandonar el país de mercenarios. Nuestro patrimonio cultural y nuestra identidad cultural, el sentido de pertenencia, la solidaridad y el perdón forman el lazo de unión de todos los colombianos. A eso nos puede conducir el proceso de paz.

HÉCTOR GALEANO ARBELAEZ

Comentarios