Pandemia y cultura

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

La primera nos cogió con los pantalones abajo y la segunda no ha encontrado quien se los ponga. Claro que como están las apuestas da lo mismo atrás que en las espaldas. Son temas que a algunos hace víctimas de la refundición como dicen que fue lo que sufrió el que invitó a no visitar el Tolima en estos días de flatulencia intelectual, sin tener idea que son muchos los que visitan el Tolima para degustar sus viandas típicas, lechona, tamal, viudo de pescado, bizcochería, café, mistela, queso asado y otras delicias que más agradan cuando son servidas por campesinas sobradas de humor.
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Las rutas para observar pájaros cuentan con visitantes frecuentemente. Los sitios coloniales tan llenos de historia, no la de ahora inventada y comercializada al estilo Rancho de Fique, son visitados permanentemente por nacionales y extranjeros. El Corredor de Arte Rupestre Purificación -Prado-Dolores- Alpujarra lleva turistas interesados en nuestra historia cultural, que también quieren disfrutar la belleza de los paisajes. La Naturaleza, no solo el Magdalena y los nevados, encierra la belleza de nuestra tierra, que embruja a los poetas e inspira a los que sueñan más con lo espiritual, algo que se complementa fácil con nuestra música que reafirma la riqueza espiritual del tolimense.

Todo eso es lo que nos da identidad cultural, fortalece el sentido de pertenencia y genera trabajo. El turismo que llega al Tolima en esta época no es de trago y prostíbulo, es fundamentalmente familiar y sobra decir que el viajero no está pensando en contaminar el familiar visitado, sino todo lo contrario. No hay que hacer tanta pendejada para asustar y cobrar réditos políticos a costa de la pandemia. Es mejor planificar y lograr el cumplimiento de las normas.

Ya descubrieron que Alberto Castilla nació en España y están dando auxilios, cobrando comisión, a nuestros músicos.

Dotaron de muebles a lo que llaman academia de historia para que organice, los resultados de sus investigaciones no escondidas, los plagios y otras carajaditas que bien nos serviría conocer antes de que nos pongan a la Gaitana y a José Antonio Galán a nacer en Nairobi o en Guandalay.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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