La juventud toma la batuta

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

El mal gobierno de Duque, la pandemia y el paro se unieron para formar lo que ahora llaman la “tormenta perfecta”, y demostrar que la crisis que vive el pueblo colombiano es profunda y que no se arregla con conversatorios chimbos, ni con costosos y sosos programas de televisión y desinformación de medios de comunicación fletados, ni mala utilización de la fuerza pública, que vuelve a estar comprometida con falsos positivos.
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Nadie imaginó las dimensiones del paro que vivimos estos días. Y la sorpresa más grande nos la están dando los jóvenes, quienes han asumido una posición firme y de rechazo frente a las políticas de este gobierno plasmadas en el pésimo manejo de la pandemia, su funesta reforma tributaria, la reforma a la salud, el incumplimiento de los acuerdos de paz, el asesinato sistemático de los líderes y lideresas sociales, indígenas y campesinos, de los defensores de derechos humanos, reinsertados, las desapariciones y los desplazamientos forzados.

Los jóvenes se unieron a las organizaciones sindicales, a los camioneros, a los indígenas y a todos los inconformes de este país y han enriquecido las justas protestas con la alegría, la espontaneidad y la creatividad propias de la juventud, demostrando que saben perfectamente qué le pasa a este país, que tienen mucho que decir y aportar para la solución de los problemas y que están muy preocupados por el futuro que les espera en materia  de educación, empleo, seguridad, salud etc.

Ya es hora de un relevo generacional en la conducción de este país, pero con auténticos jóvenes comprometidos con el pueblo y sus problemas, no con los jóvenes de Uribe, como el presentador de Duque TV, que estamos mandando pa’l carajo, quien resultó un paquetazo interesado solo en aumentar los privilegios de los dueños del gran capital, de los terratenientes, de los politiqueros, de los contratistas de siempre, de los mafiosos que financian a los políticos (remember el Ñeñe Hernández), de los consentidos de la Toga, de los que exigen trofeos por los falsos positivos, de los que compran y venden títulos universitarios y hasta de los que hacen leña con el negocio de la simonía.

Esta pandemia y el paro le bajaron los humos a Uribe y acabaron con la poquísima popularidad de Duque y su gabinete. Se comprobó  que el sistema de salud está más mal parado que el ministro, que el control del medio ambiente funciona menos que el control de la corrupción, la ética y la lealtad política.

Ñapa.- El asesinato del joven Santiago Murillo en una de las manifestaciones de Ibagué no puede quedar impune.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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