Candidatos

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Sobran candidatos con y sin partido, faltando los que esperan destapar sus aspiraciones, propias o sugeridas. Algunos dicen que aguardan el lanzamiento de ‘Coscorrón’ Vargas Lleras. Otros esperan la botada de expedientes por corrupción, tiro de gracia del régimen a la ética, entendida como los valores morales que guían el comportamiento humano.
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Y un portillo abierto a la candidatura de ‘Cianuro’ Martínez, quien ahora se volvió predicador de la moral y de la honestidad, como si todos tuviéramos amnesia y no recordáramos por qué tuvo que renunciar cuando se le juntó el episodio del supuesto suicidio, con cianuro, del principal testigo de los escándalos de corrupción de Odebrecht y la evidencia inocultable de que el exfiscal Martínez fue uno de los cerebros del entramado de contratos ficticios de esta multinacional para pagar los sobornos de sus patrón Sarmiento Angulo a funcionarios públicos.

Mucha pólvora mojada y al paso que vamos, están tratando de embolatar las elecciones, siguiendo los pasos del otrora líder sandinista y hoy presidente de Nicaragua.

Los politiqueros de siempre ya comenzaron a armar sus campañas, mostrándose comprensivos y amigos del diálogo con los jóvenes, para intentar engañar una vez más a los colombianos y apoderarse, ojalá sin éxito, del liderazgo de este inédito estallido social. Es hora de no tragar entero, como lo están haciendo los jóvenes que han estado al frente de las movilizaciones y que como lo han reiterado no se sienten representados por los que se autodenominan dirigentes del paro.

Gurropin cayó por menos de lo que hoy enfrenta Duque y le entregó las maletas a una junta integrada por unos generales que sabían leer y con buena conducta, que sin problemas entregaron el mando a los civiles sin recurrir a militarizaciones y el exterminio de líderes sociales y a los falsos positivos. Claro que era otra época muy diferente a la que padecemos por falta de un gobierno que reconozca que el país está en una crisis que merece atención más que militarización y represión, la unión de los colombianos, sin odios sin esconder la verdad a la que tanto le temen los poderosos.

No solo la pandemia, sino los odios, los resentimientos y los deseos de destruir lo construido por otros, especialmente en la búsqueda de la paz, nos tienen caminando por una trocha sin rumbo fijo que requiere un programa mínimo que recoja los justos reclamos del pueblo en esta crisis y que constituya un mandato de obligatorio cumplimiento para quienes aspiren a ser los nuevos líderes de este país. Necesitamos guías honestos para encontrar el camino que conduzca a la conciliación y a trabajar unidos por el bienestar de los colombianos.

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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