¡Disparen, Carajo!

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Es la frase más común hoy en Arauca y en todas las regiones donde el Estado Colombiano no tiene ningún control. Esos territorios han sido abandonados a su suerte y allí el pan de cada día son los muertos y los desplazados. Y ante esta ola de violencia, que no cesa, y la grave crisis social y humanitaria que padecen, la única respuesta es la militarización.
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Pero, ¿a qué se debe todo esto? Son muchas las explicaciones y justificaciones que ofrecen los funcionarios públicos, pero sin duda todo esto ocurre, entre otras causas, por la torpeza y falta de voluntad del gobierno Duque para cumplir realmente lo pactado en el Acuerdo de Paz de La Habana.

De forma socarrona ha hecho realidad uno de los pilares de la política de su partido: hacer trizas los acuerdos. Eso desencadenó el deterioro de las condiciones de seguridad en las regiones, la muerte sistemática de los líderes sociales y se dispararon las disidencias con el retorno de los antiguos combatientes de las Farc a la guerra. A ello se suma el portazo que le dio a las conversaciones de paz que había iniciado Santos con los elenos.

Disparos es lo que se oye y van a seguir aumentando en esta época electoral y lógicamente eso eleva el miedo de los colombianos. El miedo ha sido siempre uno de los aliados de quienes están en el poder y sirve para quebrantar la resistencia de las personas, produce desconfianza y conflicto con el vecino y facilita su dominación.

Aquí todo mundo está asustado y ese clima de zozobra nos hace a todos susceptibles de manipulación por los que hoy detentan el poder. Y en esas condiciones las ideas del cambio profundo que requiere Colombia difícilmente pueden tener buen suceso.

El discurso político que hoy se escucha es etéreo, lleno de lugares comunes. Todos dicen que van a luchar contra la corrupción, pero la mayoría de ellos tiene rabo de paja. Que si votamos por fulano o sutano se nos viene el mundo encima.

Que es mejor seguir como vamos. Y los politiqueros y comerciantes de votos que se quieren hacer sentir, así sea disparándole al aire, no abandonan sus mañas de compra venta de votos, sin importar que el elegido gane y se dedique a recuperar con los recursos del erario público, lo que se invirtió. Basta escuchar a Aida Merlano, otrora empresaria de la farsa electoral de los Char en la costa.

La periodista María Jimena Duzán dice, sin embargo, en su última columna que los que más tienen miedo hoy en día, son los uribistas, quienes van a ser derrotados y perderán todos sus privilegios, pero que “su gran miedo es que en Colombia pase de todo este año, para que nada cambie”.

Les comparto este mensaje que me envió un amigo:

 

Quiero tomarme un café con alguien que sea capaz de no sacar su celular, que me mire mientras conversamos. Hablar por horas y reír a carcajadas. Ya saben, como antes. Cuando éramos libres

Café De Madrugada.

Héctor Manuel Galeano Arbeláez.

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