100 días

Héctor Manuel Galeano Arbeláez

Los colombianos queríamos un cambio tal como quedó demostrado con el triunfo limpio de Petro. Los perdedores, como siempre ocurre después de toda elección, se fueron a la oposición, esgrimiendo sus puntos de vista, algunos mostrando inconformidad y otros ideologizando sus diferencias para armar tolda aparte. Vainas de la politiquería. Tras la salida de Uribe del Congreso no se ve una oposición cohesionada que le haga contrapeso al nuevo Gobierno.
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Los primeros 100 días demostraron que Petro llegó para hacer el cambio prometido, se toman medidas para mejorar la situación de los campesinos sin tierras, se camina fuerte por la paz total, se impulsa la cultura y se protege el medio ambiente, se restablecieron rápidamente las relaciones con Venezuela y se busca darle prioridad a la educación y a la salud pública, reduciendo los beneficios tributarios para quienes tienen mayores ingresos.  

Sin olvidar que se escucha a los ciudadanos en sus justos reclamos y en lo que tienen que aportar frente a las soluciones de los mismos.

El país tiene muchos problemas que no se pueden arreglar de la noche a la mañana y menos en cien días, pero Petro lo intenta y arrancó con éxito, dejando desprogramada a la oposición, que alistó sus baterías tratando de confundir, atribuyéndole toda la responsabilidad de la crisis económica, cuando lo cierto es que somos víctimas de la problemática que se vive en el mundo, derivada de la pandemia y de la guerra.

Independientemente de lo que opinen los partidos, las religiones, los banqueros y los grandes empresarios, debemos pensar en el bienestar de la mayoría de los colombianos, que se beneficiarán  con las medidas que está tomando el Gobierno de Petro, acompañado de algunos ministros de lujo que tiene en su gabinete.

Pasando a otro tema y ahora que se acaba de cumplir un año más de la tragedia de Armero, vemos que sus ruinas han servido para la reaparición de los necrófagos de ese municipio. Han resucitado brujos, curanderos, espiritistas y predicadores de cualquier vaina. También ha servido para que vividores con escrituras falsas se apropien de terrenos. Reaparecen los que volvieron un negocio la herencia cultural, de la mano de politiqueros ignorantes del tema.

Mientras todo eso pasa, cada día recordamos con mayor afecto y admiración a Omaira, el verdadero símbolo de la tragedia, quien nos dejó un legado inolvidable de solidaridad y resistencia frente a la adversidad. ¿Cómo no recordar sus palabras, cuando le decía a los rescatistas que salvarán a otras personas, que estaban a su lado, antes que a ella?

Ñapa: Barreto es el jefe indiscutible de la godarria en el Tolima con buen respaldo liberal y los Jaramillo intentan volver a la palestra. El Nuevo Liberalismo con la escasa votación en las pasadas elecciones muy poco puede esperar. Los ambientalistas con Renzo García y la juventud que lo acompaña, pueden darle la pelea a Barreto.

 

HÉCTOR GALEANO ARBELÁEZ

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