Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

Miami y el resto de los condados y ciudades de los Estados Unidos son hoy un valle de la muerte. Cada día la radio y la televisión da cuenta, con cifras de horror, de los efectos de la brutal pandemia Covid 19.
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Mientras los tableros del Coronavirus cuantifican en 122 mil el número de fallecidos, el presidente Trump sigue desafiando al virus, instala reuniones en la Casa Blanca y realiza giras domésticas de trabajo electoral entusiasmado con su reelección.

Va todas partes sin tapabocas para vender la imagen que eso es una simple gripa y que hay que salir a trabajar. Pero los hospitales continúan atiborrados de enfermos y en las clínicas y consultorios privados la gente no para de solicitar el servicio de urgencias. Les toman las pruebas del virus y la mayoría da positivo.               

Siguiéndole el rastro al coronavirus en tan solo una semana se contabilizaron 41.113 nuevos casos y 2.467 nuevas muertes. En catorce días el virus mortal se propagó de un 30 a un 54 por ciento más por encima de las estadísticas del mes de mayo.

Ya lo habíamos escrito en esta misma columna en días pasados. El jet set colombiano está de capa caída en Miami. El último episodio de la telenovela “Ricos y mafiosos Made in Colombia” gira alrededor de los fantásticos negocios del barranquillero Alex Sadd, testaferro de Maduro y los multimillonarios pagos hechos a Abelardo de la Espriella, su abogado y espadachín ante la corte de los Estados Unidos que ya comenzó a juzgarlo.

Daniel Coronell, director de Noticias Univisión venía denunciando desde hace años que De la Espriella estaba “maduro” de lo rico porque recibía plata de la mafia. El abogado de inmediato dio declaraciones a El Tiempo y terminó retando a Coronel a que le comprobara tal afirmación. Fácil: coronel lo mostró abordando su jet privado en el que viajaba de rutina, cual jeque árabe. Llegaba los días lunes a Miami y el fin de semana ya estaba de regreso a sus casas de verano de la costa caribe.

De la Espriella siguió descalificando las denuncias de Coronell. Pero como aquí en los Estados Unidos la prensa es solidaria, seria y los colegas se creen y se respetan, la semana pasada Jaime Bayly dijo ante su millonaria audiencia de televisión que le cancelaba su amistad a De la Espriella. En pleno show, en vivo y en directo, le sacó los trapos al sol:  Sr. De la Espriella usted me mintió. Yo no puedo seguir siendo su amigo porque cuando le pregunté si era cierto que oficiaba de abogado de Alex Saad, me mintió no una sino tres veces. Usted es un mentiroso. Hoy se sabe que Alex Sadd, reconocido testaferro del dictador Nicolás Maduro le pagó 12 millones de dólares. Primero usted me dijo que no lo conocía. Después negó que fuera su abogado. Me ha mentido reiteradamente: usted fue quien le consiguió el jurista americano que entró a defender en los Estados Unidos al testaferro de Maduro.  

Grave episodio, Bochornoso espectáculo el que protagonizó Bayly dejando en ridículo el apellido de La Espriella.

Un colega periodista, amigo de Bayly, me dijo horas antes de que yo escribiera esta columna: compatriota, este escándalo también salpica al presidente Duque y al expresidente Uribe porque hasta donde todos sabemos este famoso abogado es un alfil del Centro Democrático, defensor a ultranza del actual gobierno. Aplicando la máxima de que el amigo de mi amigo es mi amigo y el enemigo de mi amigo es mi enemigo todos creíamos, al igual que Duque y Uribe, que De la Espriella no estaría en el bando de Maduro. ¿Qué irá a hacer Duque con su amigo De la Espriella?

Esta es la pregunta del millón porque quienes le hemos seguido los pasos al Presidente Duque damos fe que este desde el inicio de su gobierno no ha hecho otra cosa que liderar un movimiento internacional para sacar a Maduro del poder. Así se lo manifestó a Trump desde su primera visita a la Casa Blanca y el presidente gringo le dijo que sí, pero al día siguiente cambió de parecer para no pelear son su aliado Putin.

Duque, traicionado por Trump, siguió trabajando solo en su empeño de acompañar a la oposición venezolana hasta lograr su derrocamiento. De la Espriella conocía esta posición, este intríngulis de la alta política, pero no decía nada. Duque tampoco sabía que este abogado dicharachero y buen amigote suyo anduviera de negocios con el multimillonario Alex Sadd, el testaferro de Maduro.

¿Le cancelará el doctor Iván Duque la amistad a Abelardo de la Espriella, en vivo y en directo en su próxima alocución presidencial, tal como lo acaba de hacer Jaime Bayly? Esperemos un próximo capítulo de la telenovela “Ricos y famosos Made in Colombia”.

HERMÓGENES NAGLES

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