Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

Por fin habló sobre la vacuna para el Coronavirus el médico e inmunólogo, Manuel Elkin Patarroyo el más ilustre tolimense, inventor de la vacuna sintética contra la Malaria. Mi famoso paisano puso los dedos sobre la llaga.
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En artículo escrito para El Tiempo dijo una verdad irrefutable: una vacuna contra este virus asesino de millones de personas en el mundo es el más resistente y el más mutante y para comprobar su eficiencia pasarán lustros y décadas, así lo pida a gritos el mismísimo Trump, quien pregona que el antivirus estará listo a más tardar en noviembre, antes de las elecciones presidenciales de USA. Trump suena que dando esa noticia mundial de que Estados Unidos tiene la vacuna contra el Covid 19 los gringos y latinos saldrán en estampida a votar por él y lo reelegirán por cuatro años más en la Casa Blanca. Para la muestra está latente el caso de la vacuna de Patarroyo quien lleva 50 años demostrando la eficiencia de su trabajo investigativo, el más premiado en el mundo, pero aún los sabios de la OMS no se les ha antojado decir el sí para que se ensaye en beneficio de la humanidad. 

La aprobación de una vacuna sintética siempre se vuelve tema político y suscita acalorada controversia porque se juega el prestigio de todo un continente, se gana el Nobel por derecho propio y se rifa un extraordinario baloto mundial pagadero en fortunas incalculables para las grandes casas productoras de fármacos. A Patarroyo el viejo mundo lo premió inicialmente y lo felicitó por su hallazgo científico pero el otro medio, desde Europa hasta Colombia le cayó encima, tildándolo  de soñador, impostor, depredador de la fauna amazónica. Los gobiernos de Betancur, Barco y Pastrana incluían en sus presupuestos partidas suficientes para auspiciar las investigaciones de sus primates, pero en los últimos veinte años lo dejaron solo, endeudado hasta la coronilla así la gente se siguiera muriendo de Malaria por centenares en las zonas selváticas. A Patarroyo le llegó la roya cuando la prestante dama, Angela Maldonado, abrogándose la vocería de comunidades indígenas demandó y presentó Acción Popular ante el Tribunal Administrativo de Cundinamarca contra la Fundación Instituto de Inmunología de Colombia, Fidic, pidiendo se multaran las investigaciones del doctor Patarroyo y lo llevaran a la cárcel por ser el causante directo de la extinción de los primates colombianos de la especie monos nocturnos Aotus Vociferant porque los venía utilizando como micos de laboratorio.

Ni el Tribunal Administrativo de Cundinamarca, ni el Ministerio de Ambiente y mucho menos el Consejo de Estado que prohibieron a una sola voz el estudio de primates adelantado por Patarroyo sospecharon a tiempo que la señora Maldonado actuaba en representación de grandes multinacionales que querían entrar a competir en la invención de la vacuna contra la Malaria por porque no sirviera para nada sino porque no la habían inventado ellos, con científicos alemanes o suecos  los únicos que se creen tienen la patente de corso para descubrir vacunas de tan sonada importancia. Haciendo ese flaco servicio la señora Maldonado se tiró las investigaciones de Patarroyo y de paso echó a tierra la buena imagen que traía Colombia como país auspiciador de tan exitoso descubrimiento científico mundial.

Igual a lo que le aconteció al doctor Patarroyo le está sucediendo hoy al doctor Fauci, el inmunólogo de cabecera del gobierno del presidente Trump quien vive una increíble desgracia personal todo por decir que hay que guardar cuarentena y no salir a trabajar. Por decir con franqueza que su jefe Trump no puede presidir actos públicos así esté en época de reelección, lo quieren expulsar de su cargo a porrazos y no lo dejan hablar ante la prensa, por eso todos los días desde la Casa Blanca expiden comunicados echando por el suelo todo el programa de prevención ideado por Fauci. Pero todo lo que ha dicho el inmunólogo se ha cumplido al pie de la letra: que entre julio y noviembre se enfermarán doscientas mil personas cada mes y que el número de muertos por Coronavirus, en adelante, oscilará entre 150 mil y 200. Que esta pendejadita de la Pandemia nos tendrá encerrados a todos los habitantes del planeta en un tiempo no inferior a dos años. A los doctores Fauci y Patarroyo les queda la increíble lección de que en tiempos de pandemia no se puede decir la verdad y menos aún cazar monos Tití porque a los monos también se les salta la piedra. Para la muestra de esta irónica situación hay dos botones: los monos primates que dice defender la alocada doctora Maldonado y el mono alocado del presidente Trump.

HERMÓGENES NAGLES

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