Un colombiano en Miami

Hermógenes Nagles

El estilo chabacano, panfletudo, falso, atrevido, de decir mentiras a sus gobernados y de hacer populismo a diestra y siniestra, que raya en el cinismo y la desfachatez, que puso de moda en los últimos cuatro años en los Estados Unidos el presidente Donald Trump a quien hoy todo el mundo aborrece y tilda de loco y de deslenguado, lo siguen imitando, lamentablemente para nuestras democracias, los gobernantes de países y ciudades tercermundistas. Esa moda de usar las instituciones públicas para provecho personal y decir, olímpicamente, que todo está bien para maquillar los problemas sociales y las necesidades de la gente también la estamos viendo en Colombia. Lo que no calcula esa pleyade de falsos líderes es que, con el paso de los días, de los meses y de los años, ante tanta promesa incumplida sus electores le voltean la espalda y dan giros diametrales con respecto a la opinión de sus gobiernos. Ante tanto desacierto, ante tanta metida de pata, hasta sus propios copartidarios empiezan la cuenta regresiva para sacar a empellones a los pequeños emperadores y bajarlos de la nube en que viajan.
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Esa mala práctica y ese perfil de gobiernos mediáticos parece que los están desarrollando, al pie de la letra, la alcaldesa de Bogotá, Claudia López y sus homólogos de Cartagena e Ibagué, William Dau y Andrés Fabián Hurtado. Tal como sucedió con Trump, cuando llega la decepción y cunde el mea culpa del pueblo que se da golpes de pecho, repitiendo la consabida frase “ yo como que la embarre dándole mi voto a este falso profeta”, entonces surgen los movimientos antigobiernistas que terminan gestando procesos revocatorios para sus mandatos. Yo pienso que, por efecto directo de la frustración ciudadana, Claudia López, Dau y Hurtado serán los primeros alcaldes a quienes les será revocada su elección ahora que inician su segundo año de gobierno.

A Claudia López, por más carreta y populismo que haga, los bogotanos no le van a perdonar el mal manejo de la pandemia y su estilo de mandato dictatorial que tiene en la postración y pidiendo limosna al empresariado. Las renuncias de sus colaboradores ya están viniéndose en cascada. Adriana Córdoba, esposa del exalcalde Antanas Mockus fue la primera en tirar la toalla. Claudia se está oliendo el tocino y en mentideros políticos se asegura que piensa renunciar para meter su foto en la galería de candidatos presidenciales 2022. A Dau, el ventrílocuo alcalde de la Ciudad Heroica toda su gente lo tacha de loco, patán y peleador y los entes investigadores le destapan todos los días ollas podridas en su administración.

A Andrés Fabián, el exalcalde de Lérida, importado directamente por el barretismo para la capital del Tolima, ya lo han cogido con las manos en la masa en una serie de intentonas y corruptelas. El concejal y periodista Rubén Darío Correa le ha abierto pliego público de embarradas: el errático proyecto de traslado del despacho municipal a las vetustas instalaciones del Hotel Ambalá (¿quién le propondría hacer tan fantasmagórico negocio? ), el también inexplicado traslado de las oficinas del tránsito municipal a la zona de Berlín donde solo reina la incomodidad y la improvisación, los sobrecostos millonarios denunciados por el Concejo Municipal de los 52.000 kits nutricionales para las escuelas de Ibagué, la llamada licitación ‘chaleco’ de los 42.000 millones de pesos que representó la remodelación del Coliseo Mayor adelantado por el Imdri. A Hurtado lo tiene en la mira para sanción disciplinaria la Procuraduría General de la Nación por errática gestión con respecto a medidas anti pandemia pues para nadie es un secreto que media ciudad está infectada y es una de las que muestra más alta tasa de propagación de acuerdo con el número de muertes y enfermos. El oso mayor del alcalde Hurtado lo cometió en el pasado mes de diciembre cuando, sin ruborizarse siquiera, declaró a la radio y a la prensa que era el único alcalde en el mundo que había creado por obra y gracia del Espíritu Santo 50 mil empleos en este duro tiempo del Covid 19, hazaña lograda pese al cierre de todo tipo de negocios, empresas, emprendimientos personales y familiares que como todos sabemos trajo como consecuencia lógica el empobrecimiento de las economías locales y el devastador efecto del desempleo generalizado y la consiguiente caída del ingreso per cápita. Sin querer queriendo y sin meterse en la trifulca, con toda la razón El Nuevo Día título en primera página de su edición matutina: “Desempleo en Ibagué con la cifra más baja desde inicio de Pandemia”. Según el reporte del Dane, el desempleo llegó en Ibagué al 20 por ciento en noviembre. Con esa cifra la capital tolimense se ubicó como la quinta ciudad con mayor tasa de “varados” en Colombia.

 

HERMÓGENES NAGLES

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