¿Qué nos pasa?

Hugo Rincón González

Se celebra con alborozo el cumpleaños 160 del departamento del Tolima. Con orgullo henchido se canta la canción de Silva y Villalba “Vivirás mi Tolima”.
PUBLICIDAD

Se recuerdan los bambucos, los vaqueros, las lindas calentanas y el llano de nuestra región. Cualquiera diría que en estos 23.562 kilómetros cuadrados tenemos todo para ser un territorio que se construya socialmente, soportado en toda la exuberancia de su paisaje geográfico. Alabamos y bendecimos que nuestro terruño tiene un valle fértil de sur a norte, unas vertientes de la cordillera Central y Oriental que nos abrazan, dándonos una riqueza hídrica que envidiarían en otras latitudes.

Nuestra ubicación en el centro del país, cerca a los grandes mercados nos da unas ventajas que, de ser aprovechadas, nos tendría como una de las regiones más prósperas. Tenemos gente emprendedora, alegre, que pugna por salir adelante y mejorar sus condiciones de vida. Mejor dicho, tenemos todo lo que se requiere para estar jugando un papel clave en el concierto nacional. Con todas estas enormes fortalezas, la pregunta pertinente que surge es: ¿Qué nos pasa?

Dos hipótesis para responder esta intrigante pregunta. Primera, no tenemos un proyecto colectivo que sea reconocido por el conjunto de los actores del territorio como algo fundamental que concite la unidad de todos. Existe una Visión Tolima 2025 que se ha dejado al margen. Este importante documento existe como política pública desde 2015 y sin embargo su aplicación sigue en veremos. Hace poco un respetado columnista y rector de la Universidad de Ibagué, llamaba la atención acerca de la necesidad de revisarla y actualizarla con el ánimo de convertirla en una real hoja de ruta del desarrollo regional.

Las regiones que quieren salir adelante necesitan de un proyecto colectivo común. Una visión estratégica que sea como una política de estado que cualquier gobernante deba implementar. Esta visión no se debería cambiar al capricho del gobernante de turno sino por el contrario, impulsar hasta el final de su mandato con la confianza de su continuidad por parte del sucesor. Esta hoja de ruta deberá entrelazar tejidos en los territorios donde se sumen esfuerzos de los diferentes actores sociales, económicos, políticos y culturales. 

En este proyecto colectivo común se deberá garantizar que el desarrollo que se promueva beneficie a todos y no favorezca solo a unos en desmedro de los demás. Debe enfatizar en la búsqueda de soluciones especialmente para los tradicionalmente excluidos y vulnerables. Cada acción que se implemente debe pensar en cómo beneficiar a estos sectores.

Segunda, el acentuado fenómeno del clientelismo y la politiquería. Este que ha sido señalado como un problema estructural del desarrollo del Tolima desde hace varias décadas parece ser que vino para quedarse. Basado en el intercambio extraoficial de favores, en el cual los políticos o titulares de cargos públicos “regulan la concesión de prestaciones, obtenidas a través de su función pública o de contactos relacionados con ella, a cambio de apoyo electoral”. A través de estas prácticas se configuran las clientelas que excluyen a las grandes mayorías. Es tan complejo este fenómeno que hoy sigue siendo un mal estructural afectando especialmente a los jóvenes. Muchos de ellos refieren la inutilidad de una formación académica si no se tiene el beneplácito de un político para conseguir un empleo. “Para qué estudiamos con una deuda en el Icetex, si luego de graduados para conseguir trabajo debemos regalarnos a un político”, señalaba una joven universitaria con mucha razón.

Convertir al Tolima en un departamento pujante con importancia en el contexto nacional requiere del esfuerzo de todos. Repensarnos como región es clave. Construir ese proyecto político común que nos junte es algo fundamental. Promover el desarrollo integral y la paz de los territorios que conforman el departamento se pone a la orden del día para poder aprovechar todas las inmensas riquezas naturales y del talento humano que tenemos. Vivirás mi Tolima si logramos generar estos cambios pensando en las grandes mayorías excluidas de las dinámicas del desarrollo, para que así resuenen los bambucos y la alegría popular.                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                      

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

Comentarios