Los retos de la verdad

Hugo Rincón González

Por estos días, los reflectores de los medios de comunicación han apuntado hacia las controversias generadas alrededor de la Comisión de Esclarecimiento de la Verdad -CEV-. Primero, por la solicitud que se ha hecho de extender el periodo de esta comisión debido al Covid-19 y el impacto de la pandemia que impidió su presencia en las regiones, especialmente las más alejadas y sometidas a la barbarie del conflicto armado. Luego, por el encuentro realizado el pasado 16 de agosto, entre su presidente Francisco De Roux con el expresidente Uribe.
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La iniciativa de la ampliación por algunos meses del periodo formal de la CEV la hicieron varias organizaciones de víctimas que presentaron una demanda para que la Corte Constitucional fallara en ese sentido. Se pretende que su periodo no finalice en noviembre del año en curso sino que se extienda, teniendo en cuenta que la comisión no pudo desarrollar adecuadamente sus funciones al menos durante catorce meses. Para sus impulsores esto afecta de una manera fundamental el derecho a la verdad de las víctimas.

La propuesta de ampliación, como era de esperarse, levantó ampolla. En un país de leguleyos como el nuestro aparecieron muchas interpretaciones. Hay unos que sostienen que no le corresponde a la Corte Constitucional sino al Congreso alargar el periodo, en tanto a este le compete definir los periodos de funcionamiento de instituciones temporales; mientras que otros interpretan que con esta demanda se podrían ampliar los periodos de alcaldes, gobernadores, los congresistas y hasta el presidente. Hágame el bendito favor, si como dicen las encuestas, la mayoría de los ciudadanos cuentan los días para la finalización del gobierno de Iván Duque, sería un exabrupto que sobre la extensión del periodo de la CEV otros quieran salir beneficiados.

La segunda controversia ha estado más candente. El encuentro entre la Comisión de la Verdad a través del padre De Roux y Álvaro Uribe encendió el debate acerca de su significado. Hay unos sectores que rechazaron este encuentro por considerar que Uribe había doblegado a la CEV hasta hacerla llegar a una de sus haciendas y que lo sucedido fue una farsa, un agravio para las víctimas.

Hubo denuncias en el sentido del propósito de Uribe. Se señaló su intención de hacer un show mediático cuando incumplió lo acordado en el sentido de no transmitir en directo el encuentro con el padre De Roux. Algunos opinadores incluso recordaron el acto del expresidente cuando acompañado de un séquito de seguidores delirantes fue a embolar sus zapatos al búnker de la Fiscalía, haciendo evidente su postura displicente frente a la justicia en el país.

Luego de su exposición sobre la manera particular de entender el conflicto armado en el país, en el que manifestó que su gobierno le dijo al país que ni paramilitares ni guerrilla, el expresidente Uribe tuvo que escuchar del Padre De Roux una serie de cuestionamientos referidos a la necesidad de dar un paso generoso para unir a los colombianos y a los factores que llevaron a los militares a cometer crímenes contra civiles inermes.

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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