¿Qué pasó en la elección de las curules de paz?

Hugo Rincón González

Escribía un destacado columnista el pasado domingo en El Espectador: “Quienes resulten elegidos para las 16 curules de paz deben ser víctimas. De no serlo, sus elecciones son nulas”. Aquí comienza la historia. Pasadas las elecciones, ya hay electos 16 nuevos representantes por las curules de paz y las denuncias sobre irregularidades, favoritismo del gobierno nacional, departamentales y municipales abundan. Como quien dice hay demasiados lunares en un nuevo espacio político que está diseñado para ampliar la democracia y llevar al recinto del Congreso los sectores históricamente excluidos de la Colombia profunda.
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El caso más sonado y emblemático es el del hijo de Jorge Tovar, el temible ex-jefe paramilitar Jorge 40. Los señalamientos son múltiples; se le acusó de haber recibido el apoyo del jefe de la Unidad Territorial de Víctimas del Cesar, es decir, una candidatura apoyada vulgarmente por el gobierno, a esto se le suma que varios candidatos a esta curul tuvieron que renunciar por amenazas de grupos paramilitares. Al final como se esperaba su elección se dio sin ningún tipo de investigación de los órganos de control. Se cuestiona si un hijo de un victimario que causó dolor y terror en el territorio, es una víctima y merece representarlas. 

Con este y otros casos en la mayoría de las regiones donde se dio esta elección, la pregunta intrigante es: ¿quedaron las curules de paz en manos de verdaderas víctimas? Según testimonios de líderes de organizaciones de estos territorios, hubo todo tipo de irregularidades. La financiación no se dio como estaba prevista y esto generó enormes dificultades para hacer la campaña, más si se tiene en cuenta que esta se debía hacer en las zonas rurales más apartadas, con muchos problemas para la movilización por el deterioro vial. Señalaba un dirigente indígena del Tolima: “no teníamos ni para ofrecer una agua de panela en nuestras reuniones, mientras que en otras campañas el dinero corría a raudales”.

Un elemento denunciado antes y durante la elección fue la injerencia de la clase política tradicional. Este fenómeno fue el común denominador en todo el país, los políticos no se abstuvieron de incidir en este proceso. En varias regiones financiaron vallas de sus candidatos, pautaron en redes sociales, promovieron rifas en los eventos de campaña y hasta se denunció que en el Tolima el candidato triunfador hizo una manifestación con una candidata conservadora. Habrá que indagar.

En el sur del Tolima triunfó Haiver Rincón Gutiérrez, candidato por la Asociación Núcleos de Santiago Pérez del municipio de Ataco. El electo Representante a la Cámara es un líder indígena pijao que ha participado del proceso de reparación colectiva impulsada por la Unidad Administrativa de Reparación Integral de Víctimas UARIV, acompañado por Codhes y Tolipaz. Sobre su elección sus contradictores señalan que contó con el apoyo del partido Conservador y ponen en entredicho su independencia y autonomía, algo que tendrá que desmentir con sus acciones y el desarrollo de su trabajo.

Sus responsabilidades serán con las víctimas a quienes representa, con las comunidades indígenas de Ataco y su plan de reparación integral, con las organizaciones sociales y comunitarias del sector rural de Planadas, Ataco, Rioblanco y Chaparral, con el departamento del Tolima y con la ampliación de la democracia del país.

No la tendrá fácil este representante en la curul de paz por el sur del Tolima debido a la compleja red de problemas que tienen sus representados y porque llega a un recinto donde se cocinan los peores vicios del clientelismo y la politiquería. Mantenerse coherente y comprometido con las comunidades que lo eligieron será su mayor desafío.

Hugo Rincón González.

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