Contrastes

Hugo Rincón González

Los estilos son manifiestamente distintos. Los contenidos de sus discursos y trayectorias también. Acaban de pasar a la segunda vuelta para la elección presidencial dos candidatos que eran supuestamente oposición al continuismo del presidente Duque, un mandatario desconectado de la realidad, defensor de los privilegios de los poderosos, arrogante, soberbio y distante de los excluidos.
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Los estilos son manifiestamente distintos. Los contenidos de sus discursos y trayectorias también. Acaban de pasar a la segunda vuelta para la elección presidencial dos candidatos que eran supuestamente oposición al continuismo del presidente Duque, un mandatario desconectado de la realidad, defensor de los privilegios de los poderosos, arrogante, soberbio y distante de los excluidos.

Digo “supuestamente” porque el fenómeno que encarna Rodolfo Hernández, muy rápidamente vio como se subían a su “bus” como el mismo lo llama, todas los clanes politiqueros existentes en el país y la crema y nata del uribismo, un movimiento político que llevó al país al estado de postración, pobreza y desesperanza por el que atraviesa. A diferencia del ganador de esta primera vuelta, Gustavo Petro, un candidato que hasta los más rancios contradictores le reconocen su inteligencia y su lucha frontal contra la corrupción; un hombre que en el Congreso de la República denunció corruptos, parapolíticos y se ha distinguido por defender los intereses de los más desfavorecidos, razón por la cual desde las altas esferas del poder y los medios de comunicación masiva lo señalan como populista.

En la campaña que acaba de pasar Rodolfo Hernández se caracterizó por el uso intensivo de redes sociales, especialmente el Tik Tok. No hizo presencia en la plaza pública para tener contacto con la ciudadanía, no asistió a debates y cada intervención suya se caracterizaba por reiterar mensajes elementales como “voy a acabar con la robadera” y luego despacharse con toda una sarta de adjetivos para pintarse como el candidato anticorrupción a pesar de estar imputado por la fiscalía por un delito de esta naturaleza. Sus intervenciones en los medios producían hilaridad en la audiencia, hasta convertirse en la delicia de imitadores que terminaban su parodia con una palmada en la cara a su interlocutor, hecho que hizo tristemente célebre a este candidato, poniendo de presente su carácter atrabiliario. Un “viejito cascarrabias” dicen de él para ocultar su ausencia de contenido y rigurosidad en sus propuestas de gobierno.

En la otra orilla, el ganador de lejos de esta primera vuelta, Gustavo Petro. Recorrió el país en una maratónica gira donde llenó todas las plazas a las que asistió, cautivaba con su oratoria, su profundidad en el manejo de los temas y el emocionar que generaba en la gente. Asistió a los principales debates en los medios de comunicación donde se destacaba por sus propuestas, ponía sobre la mesa la agenda de discusión y afrontaba la crítica y muchas veces encerronas de los otros candidatos y hasta de los periodistas que unidos trataban de demoler su estatura intelectual y de estadista. Su influencia fue tan notoria que hasta sus rivales en esta elección copiaron varias de sus propuestas, obviamente sin darle crédito.

Colombia tendrá el próximo 19 de junio la oportunidad de escoger. Hay dos opciones claramente diferenciadas, una que recoge la clase política tradicional que rápidamente se alineó con su aspiración, para algunos analistas un verdadero ‘Caballo de Troya’, recogiendo a los representantes del continuismo que en su discurso dice combatir y otra opción de naturaleza progresista apostándole a un verdadero cambio, defensora de la vida y de la paz, una propuesta democrática en favor de los excluidos, de los nadie, una alternativa comprometida con la implementación del acuerdo de paz, la transición energética, el empoderamiento de la mujer, la gratuidad de la educación pública y la negativa al uso del fracking entre otros.

La elección de los colombianos será entonces entre un candidato con estatura de estadista que opta por la defensa del estado social de derecho (Gustavo Petro)  vs un advenedizo sin contenido que hoy recoge los peores clanes políticos que han esquilmado el país (Rodolfo Hernández)

 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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