Consideraciones regionales

Hugo Rincón González

“Lo más parecido a la realidad, es la realidad”, es una afirmación que recurrentemente trae a colación un amigo en los debates y reuniones sobre nuestra situación en todos los ámbitos. En el Tolima y en su capital, las cifras económicas de desempleo, informalidad y participación en el PIB siempre dejan un mal sabor. Se critica ferozmente la gestión de nuestros gobernantes (con razón), pero se soslaya la responsabilidad de la ciudadanía expresada en los diferentes sectores de la sociedad regional. 
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Por supuesto los gobernantes tienen una gran responsabilidad en el desarrollo de la región. Se espera de ellos liderazgo, capacidad de conducir a un equipo en pro del mejoramiento de las condiciones de vida, honestidad y sindéresis en el ejercicio del gobierno. Todos queremos que sus decisiones favorezcan a todos, pero privilegien a las comunidades más vulnerables. Que manejen los recursos públicos con pulcritud pensando en el desarrollo del territorio y sus comunidades.

Si a los gobernantes les va bien, se espera que a la gente de sus territorios les vaya bien. Si proponen y se aprueba un plan de desarrollo es ese el instrumento a hacerle seguimiento y evaluación. La ciudadanía debe tener la capacidad de hacer control social a la gestión pública. Hay diferentes instancias para hacerlo como el Consejo Municipal de Planeación, el Consejo Municipal de Desarrollo Rural, el Consejo Territorial de Paz, por mencionar algunos espacios, y también, las veedurías que podrían constituirse para evaluar el plan de desarrollo.

Otra cosa es que a los gobernantes no les guste la democracia participativa y rellenen estos espacios con sus aliados políticos representantes de los diferentes sectores sociales convirtiendo estos espacios en algo inane y sin ninguna relevancia. A este tipo de mandatarios les aterra la participación, se atrincheran en sus despachos a defender su gestión porque sienten que esta forma de actuación ciudadana es una amenaza.

Esto que es real se relaciona con la otra parte y es la disposición a la participación de los ciudadanos a través de las organizaciones sociales. Hay una sentencia lapidaria referida a que existen más espacios de participación que ciudadanos dispuestos a participar en ellos. Podemos verlo en todo tipo de expresiones organizacionales: las juntas de acción comunal, los cabildos indígenas, las asociaciones, los colectivos, entre otros. Participan dos o tres personas, los demás observan, no se involucran. Imaginémonos solo por un momento todo ese universo social fortalecido, cohesionado, articulado y empujando el desarrollo regional a través de una propuesta colectiva común. Sería lo ideal.

Una mención especial debe hacerse alrededor del papel de los gremios económicos de la región. Las preguntas son: ¿cuál es su peso específico y su papel en el desarrollo regional? ¿Cuáles son sus aportes en el desarrollo del Tolima? Más allá de plantear unos proyectos con los congresistas recién elegidos, ¿En qué se comprometen con los mismos? ¿Cuál es el apoyo que le brindan a organizaciones que promueven el desarrollo empresarial del departamento y las que trabajan por la consolidación de la paz?

El departamento avanza en la formulación de una Visión Tolima 2050. Ya se ha hecho una evaluación de los resultados obtenidos de un ejercicio similar al 2025, se esperaría que, con la participación de los actores regionales, esta agenda fuera esa gran apuesta colectiva donde converjan múltiples intereses porque con su construcción participativa todos ganamos. Debe ser un propósito colectivo disruptivo que deje atrás los lugares comunes y nos enrute hacia un desarrollo inclusivo e innovador, en correspondencia a las tendencias mundiales. No tengamos miedo a imaginar y a soñar una mejor región con un bienestar para todos. La capacidad de pensar futuros parecidos a la ficción no puede ser exclusividad de los novelistas.

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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