El Acuerdo de La Habana

Hugo Rincón González

La coyuntura política en Colombia se mueve a unas velocidades vertiginosas. Ya decía un político que fue alcalde de Bogotá que “… un día en Colombia son como diez años en Suiza”.
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En solo una semana la situación pasó de un linchamiento mediático en contra del gobierno por el escándalo de Armando Benedeti, donde la oposición pretendió equiparar a Petro con Ernesto Samper y su proceso 8.000, a unas movilizaciones importantes en las principales ciudades del país, en la que se hizo evidente que hay un importante movimiento social de apoyo al presidente y sus reformas, hasta el colofón de la firma de un cese al fuego bilateral por 180 días con el Eln que contará con mecanismos de monitoreo y verificación.

 

Alrededor de la firma del acuerdo con el Eln hubo pronunciamientos diversos. Unos parecían emitidos por los habituales profetas del desastre en los que se señalaba que lo firmado seguía dando vía libre al secuestro y la extorsión, por lo que se estaba claudicando ante el terrorismo. Entre los que tienen esta lectura está la oposición política al gobierno y algunos medios de comunicación que informan con sesgo indiscutible. Por otro lado, hay sectores sociales y políticos resaltando el valor histórico de este acuerdo, respaldado por la comunidad internacional, en la que por primera vez esta guerrilla se compromete a cesar el fuego durante seis meses.

 

El Acuerdo de Cuba como se denominó al documento firmado, le apuesta claramente a dos aspectos: 1) la participación de la sociedad civil en la construcción de la paz, y, 2) el cese al fuego bilateral, nacional y temporal entre el gobierno y el Eln. El segundo aspecto podría ser prolongado más allá de los seis meses iniciales si ambas partes lo deciden por la vocación de continuidad que se explicita en el texto acogido.

 

El tema de la participación ciudadana ha sido un tema central en esta negociación. Durante mucho tiempo fue algo gaseoso y difícil de entender. Hoy según los documentos que se conocen se aclara que el objetivo de esta participación es: “…construir una agenda de transformaciones para la paz, impulsada a partir de una alianza social y política que conlleve a un Gran Acuerdo Nacional para la superación del conflicto político, social, económico y armado”. Para los firmantes esta alianza plural, “…debe empujarlos cambios que requiere la sociedad colombiana”-

 

La paz como se refiere en el documento debe ser integral y como tal debe ser una construcción colectiva, en la que la participación de la sociedad es indispensable y necesaria. Una participación democrática, con respeto a la autonomía y la independencia de las comunidades, sin presiones de ninguna naturaleza y menos de los grupos que están en trance de negociación.

 

El acuerdo fue recibido con beneplácito por las comunidades en los territorios donde tiene presencia el Eln. Son 215 municipios donde tienen acciones los miembros de esta guerrila que se calculan en 5000. Esta firma deberá generar un alivio en esas zonas donde muchas comunidades son afectadas.

 

La paz total impulsada por el gobierno del presidente Petro se anota un punto importante con este logro. En 59 años esta es la primera vez que esta guerrilla da el paso de un cese bilateral a través de la firma de un acuerdo. En el horizonte hay una fecha tentativa en el año 2025 para que el Eln deje atrás la lucha armada. Se espera que este primer hecho histórico sea el primer paso para llegar exitosamente a esa meta. Se requiere que los mecanismos de verificación estén atentos y actúen cuando sea necesario para garantizar que el cese se cumpla como está pactado.

 

Resta mucho camino por recorrer y mucha pedagogía por hacer, sin embargo hay voluntad de las partes que debemos rodear desde la ciudadanía.


 

HUGO RINCÓN GONZÁLEZ

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