Encuestas

Hugo Rincón González

En tiempos de campaña, las encuestas electorales pueden ser armas letales. Más allá de que son una herramienta de investigación que recolecta datos sobre la intención de voto en un momento específico en una muestra representativa estadísticamente, se convierten en el instrumento para “potenciar” candidaturas políticas y “enterrar” otras.
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Hay quienes son creyentes acérrimos de las encuestas. Para éstos, son palabras de Dios que liquidan una contienda. El que va ganando, ese será el alcalde o gobernador. Los que van perdiendo deben resignarse a que anticipadamente el proceso electoral está liquidado. Si la ventaja es de 20 puntos o más, no habría nada que hacer sino aceptar el veredicto de esta intención medida por la encuesta.

Por el contrario, hay otros descreídos de las encuestas. Con suspicacia preguntan por la muestra, la metodología, el patrocinador y el dueño de la firma. Cuestionan los resultados y traen a colación errores monumentales de las encuestadoras que dan ganador a uno y ese supuesto triunfador no queda ni de segundo. Recordemos las elecciones presidenciales que daban como triunfador a Rodolfo Hernández y terminó siendo derrotado por el hoy presidente Petro.

Las encuestas son recibidas de manera diferente por los políticos según como les vaya. El que puntea en las mismas, dependiendo del margen entre él y sus rivales, puede sentirse ya ganador y afloja en su campaña, o se mantiene en su ritmo de trabajo hasta el final para llegar de primero en la línea de meta. Los que van de perdedores además de cuestionar las cifras, o se entregan adhiriéndose a una campaña competitiva o se aplican a trabajar con más vigor para revertir los resultados. Esto depende de la creencia del candidato en sus propias fuerzas, en su equipo y en sus finanzas.

Finalizando el mes de septiembre salió una encuesta de una reconocida firma experta en la aplicación de este instrumento. Los resultados en la contienda electoral para la Alcaldía de Ibagué se concentran en dos candidatos. Cada uno de ellos con fuerte maquinaria electoral y un gran respaldo financiero. Analizando cifras, el efecto podría ser que todos los demás candidatos se sintieran abatidos y les dejaran el camino libre para que la elección se cerrará en los dos punteros, o por el contrario que se generen alianzas para que surja una tercería que podría llegar a ser ganadora.

En la Gobernación del Tolima se presenta un hecho similar. Aparentemente entre la primera candidata y el segundo en discordia, existe una diferencia insalvable. Los partidarios de la líder en las encuestas manifiestan con cierto triunfalismo que: “Habemus gobernadora”, olvidando que en una coyuntura electoral las tendencias pueden cambiar abruptamente por algún hecho o suceso imprevisto.  

Las ventajas de los líderes en esta encuesta revelada harían pensar que es poco probable que esto cambie y que es casi un hecho su triunfo en este mes de octubre. Veremos, porque como dicen varios analistas, la verdadera encuesta es el próximo 29 de octubre, donde cada ciudadano va solitario al cubículo y marca el tarjetón con el candidato de su confianza. Casos se han visto de tendencias que surgen a última hora y dan un vuelco a lo que preveían las encuestas.

Falta poco para saber si las encuestas acertaron o se equivocaron, si la gente votó a conciencia o si siguen a la orden del día las prácticas corruptas y clientelares. Que el voto responsable y honesto surja y se consolide en el departamento del Tolima como una posibilidad de cambio político es lo que se espera.



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Hugo Rincón González

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