El revolcón de los cafeteros

Indalecio Dangond


No conozco a Germán Bahamón, nunca me lo he tropezado en algún congreso o foro gremial agropecuario. Decidí escribir esta columna, porque me parece injusto el tratamiento que le está dando el gobierno y la falta de solidaridad que han mostrado sus colegas de la Sociedad de Agricultores de Colombia -SAC-.
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El nuevo gerente de la Federación Nacional de Cafeteros -FNC-, Germán Bahamón, es una persona honesta, escogida por sus méritos, visión, capacidad de gestión, honestidad e independencia política, en un proceso transparente y democrático. A la federación entró pisando fuerte y marcando distancia de la gestión mediática gremial; del modelo paternalista estatal y de los pactos burocráticos que se acostumbran hacer con los ministros de Hacienda y de Agricultura de turno. En seis meses le practicó a la federación una cirugía de liposucción para reducir la grasa burocrática, los gastos ostentosos en lujosas oficinas en el exterior y echar a varios funcionarios involucrados en negocios turbios.

Paso seguido, comenzó a implementar un plan para formar, capacitar y organizar una nueva generación de caficultores profesionalizados y técnicamente más competentes. En la reciente reunión del Swiss Coffee Trade Association, la organización que representa a las compradoras del 50% del café verde en el mundo, Bahamón, anunció que va a “capacitar a los jóvenes en agronomía, en cata, como baristas, como tostadores y desarrollar la experiencia en taza, que al final significa una estrategia de generación de demanda que los beneficiará a todos”. Por ahí es la cosa.

Otro anuncio importante que hizo, es que, quiere que los cafeteros sean socios en la cadena de valor. Una taza de café en Starbucks, en EEUU, cuesta aproximadamente USD 3,26 cvs y en Suiza 7 dólares, de los cuales sólo el 3% le vuelve al caficultor colombiano, el 97% restante va al que hizo la ingeniería genética del café, procesamiento, branding, marketing y comercialización. Sin los cafeteros colombianos, no existirían los Starbucks, Tassimo, Pilao, Jacobs o Douwe Edberts. Es un tema de sentido común. Cuando colaboré en la campaña presidencial de Iván Duque, le sugerí que incluyera en su plan de gobierno, un plan para industrializar el sector cafetero. Es decir, que ayudara a convertir los productores de café en sociedades anónimas abiertas, inscritas en bolsa, con gobierno corporativo y con un socio estratégico, con amplio conocimiento del negocio que les diera garantía de buen manejo y de éxito económico. Desafortunadamente no lo hizo. 

El otro problema que está ayudando a resolver Bahamón, es la baja rentabilidad del agronegocio por el incremento en los costos de producción, bajos rendimientos por hectárea y volatilidad del precio del mercado y del dólar, factores que afectan en mayor proporción a cafetales convencionales con superficies de siembras menores a 1,5 hectáreas. Frente a estas amenazas no queda otro camino que fomentar la productividad de 18,7 a 22 sacos de café verde x ha; instituir un instrumento de cobertura de precios subsidiados por el Fondo Nacional del Café, agregar valor y diversificar con otros cultivos y el agroturismo, como lo hicieron los italianos en la Toscana. Lo que está haciendo Bahamón, por los cafeteros, es lo correcto y acertado. ¡Déjenlo trabajar!

*Consultor en crédito de fomento agrícola

 

INDALECIO DANGOND

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