Indicadores de pobreza, salud y nutrición (II)

La pobreza está asociada a condiciones de vida que atentan contra los derechos y la dignidad de las personas, por cuanto quienes la padecen no satisfacen sus necesidades básicas,

entre ellas la salud y la seguridad alimentaria. Por lo tanto es de gran importancia medir y evaluar cuál es la situación de las personas menos favorecidas en estas dos aéreas. La metodología adoptada por el Gobierno, denominada Índice Multidimensional de Pobreza, incluye como indicadores para medir la pobreza el estado de salud de las personas y su nivel de nutrición y alimentación. Sin embargo, el incluir estos sectores no asegura que se pueda medir acertadamente valores como la calidad de la atención en salud o los grados de desnutrición de la poblacion escolar.

Es aquí en donde, al examinar en más profundidad lo relativo a la salud y la pobreza, se puede afirmar que esta medición, según la metodología IMP, no es suficiente, ya que se selecciona como indicador la denominada cobertura de servicios de salud que, en el caso de Colombia, se mide por el número de población que posee un carné de salud; esta tenencia no asegura la atención adecuada de salud en términos de oportunidad y calidad. El hecho de no ser atendido en forma efectiva, así se identifique con un carné, significa que la familia tenga que acudir a servicios privados o de otro tipo que afectan su patrimonio familiar y su integridad física. En otras palabras, estar afiliado o poseer un documento de una institución como una EPS no puede considerarse como mejor nivel en la escala pobreza o de la indigencia. En este sentido, otros países que han aplicado la metodología IMP, son cuidadosos en advertir que es necesario contar con información sobre otros aspectos relacionados con la salud, como es el caso en Colombia, de los copagos a las EPS; del costo del transporte si el servicio está lejos de la vivienda y el paciente es citado una y otra vez a diferentes consultorios y hospitales; de la alimentación especial que se requiere para una gestante, un niño o una persona de la tercera edad. Todos estos aspectos significan costos que graban el bolsillo y empobrecen más a los pobres.

En el caso de la alimentación y la nutrición, en donde el indicador dice que “se es pobre si en el momento de una encuesta un niño o un adulto de encuentra desnutrido en el hogar”, no significa que un hogar se encuentre en inseguridad alimentaria. La alimentación como derecho constitucional requiere de más consideraciones. Por ejemplo, un niño puede estar anémico y parasitado y no estar, por peso y talla, desnutrido; hábitos alimenticios perversos como la ingesta exagerada de carbohidratos que llevan a la obesidad, tienen impacto en el bolsillo familiar por cuanto llevan a la hipertensión, al accidente cerebrovascular o a la diabetes. La atención de estas enfermedades cuesta mucho, tanto al individuo pobre, como al Estado y la sociedad.

De todas maneras, Colombia, con las metodologías anteriores o con la actual de la Universidad de Oxford, sale mal librada. Ocupamos el puesto 40 entre 104 países, siendo el menos pobre Eslovenia (1) y el más pobre Níger (104).          

Credito
PABLO ISAZA

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