Eucaristía, pan compartido para un mundo mejor

Jairo Yate Ramírez

°°° «Dijo Jesús a la multitud: -«Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo; el que coma de este pan vivirá para siempre. Y el pan que yo daré es mi carne para la vida del mundo.» °°° Juan 6, 51-58.
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Celebramos con gozo y gratitud el misterio grande del Hijo de Dios a través de su cuerpo y de su sangre: “Corpus Christi”. El mismo Salvador del mundo afirma: “Mi carne es verdadera comida y mi sangre verdadera bebida.” En la Eucaristía están contenidos verdadera, real y sustancialmente: el cuerpo y sangre del Salvador. (Catecismo Iglesia Católica. 1374).

El capítulo seis del Evangelio según san Juan, centra su atención en el discurso del Pan de vida. Nos permite conocer el misterio de Jesús de Nazareth como salvador; como Eucaristía; como Pan compartido para un mundo mejor; como sacramento de salvación. Nos podemos preguntar: ¿Quién es Jesús?. ¿Qué es lo que ofrece Jesús?. ¿Cómo se experimenta la vida desde la Palabra de Jesús?. La respuesta no se hace esperar: Jesús es el pan de vida, y no solo el pan que se come y causa gusto, sino que es el pan de vida eterna. Comer ese pan y compartir la cena con los demás, es vivir como Iglesia. Eso es precisamente nuestra Iglesia: la comunidad que Jesús instituyó en torno al Pan y al vino.

Nuestra vida de creyentes, se debe entender como un sacramento Eucarístico. Gran nobleza tiene el Pan y el Vino y aún mayor en las manos del Señor. El Pan se come con agrado pero también con su gota de sudor. A nadie se le da el pan de balde, hay que trabajar para comerlo con dignidad. (cf. II Tesalonicenses 3,8). La Eucaristía es la dieta integral para un buen apóstol, un buen católico, un excelente creyente. El Pan de la Palabra de Dios se sirve en la Eucaristía, se proclama, se medita, se instala en el corazón del creyente, es la sabiduría de Dios. San Juan Pablo II, afirmaba que “La Iglesia vive de la Eucaristía y se edifica con la Eucaristía.” La misma Eucaristía le da su razón de ser: somos Eucaristía, milagro de la gente que ama, milagro de la gente que perdona, milagro de la gente que cambia.

Monseñor, Flavio Calle Zapata, Arzobispo emérito de la Arquidiócesis de Ibagué, en una carta pastoral (17 de abril 2005), enseñaba que la Eucaristía reclama en nosotros la coherencia de vida interior y exterior: No podemos ser personas de misa y comunión por un lado, pero por otro lado de injusticia, mentira y violencia.

La Eucaristía hace florecer, ante todo, la justicia, la caridad y la misericordia. Sin estos frutos no hay verdad en nuestra vida cristiana. Cuida tu salud: “Quien vive de la Eucaristía recibe la Gracia de anunciar a Dios con su testimonio”.

Padre Jairo Yate Ramírez - Arquidiócesis de Ibagué

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