No más acoso callejero a la mujer

José Adrián Monroy


La semana anterior, fue radicado un proyecto de ley que pretende volver delito al acoso que se presenta en las calles y en los sistemas de transporte público, por parte de los hombres hacia las mujeres. La pena impuesta para el acosador o agresor sería entre dos a cuatro años de cárcel por realizar tocamientos indebidos, exhibicionismo de contenido sexual explícito o asedio verbal o físico con intenciones sexuales en espacios públicos o semipúblicos.
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Por desgracia en nuestro país, el acoso callejero es una de las formas de violencia hacia la mujer que ya se volvió costumbre en la sociedad; según la información aportada por sociólogos que han analizado estos comportamientos, se lo atribuyen al machismo y a la naturalización de la violencia contra la mujer al considerar estas situaciones como “normales”.

“ A diario, las mujeres se tienen que enfrentar a: Piropos, miradas lascivas, manoseo en el transporte público, palabras o gestos, acercamientos intimidantes, fotografías sin consentimiento, agarrones, presión de genitales sobre el cuerpo, exhibicionismo con que debe de llamar la atención de la persona acosada (desnudez parcial o total y masturbación pública), persecución, fotografías no consentidas de partes íntimas de las víctimas, son conductas que atentan contra la integridad de la mujer, y en menor medida de los hombres”. Argumenta la congresista ponente del proyecto.

Sin embargo, jurídicamente hablando, deben estar muy delimitados los elementos que compondrían el delito, pues en la práctica habría una delgada línea que resultaría siendo subjetiva de quien cree recibir el acoso, que desdibujaría la intención de la ley e impediría una imputación efectiva para los agresores, puesto que, el acoso callejero no encaja fácilmente en una tipificación del Código Penal. En ese sentido, sería muy difícil diferenciar cuando un piropo por ejemplo, podría tomarse como acoso; previendo eso, en el proyecto de ley no se tipifica al piropo como un hecho punible, lo que a mi criterio le da más claridad y fuerza jurídica al proyecto.

Si bien es cierto, es un error tener un ordenamiento jurídico que se exceda en regular todas las conductas humanas llevándolas al castigo, si es muy importante que se propenda por mantener  la integridad de las mujeres cuando están solas e indefensas en la calle. No puede ser, bajo ninguna circunstancia, que una mujer sienta temor o se sienta insegura al salir, solo por el hecho de ser mujer, porque en su camino, podrá haber un hombre que cruce los límites del respeto hasta el punto hacerla sentir agredida.

Finalmente, todo esto se reduce a un tema cultural y de educación; se debe, desde los hogares en primera medida, formar a hombres y mujeres en el respeto esencialmente; respeto hacia los demás, a la diferencia y por obvias razones hacia la mujer, que no puede seguir siendo reducida a un simple instrumento sexual.

 

JOSÉ ADRIÁN MONROY TAFUR

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