¡Ánimo!

Juan Carlos Aguiar

La tarde que me hicieron la prueba de coronavirus, hace algunas semanas, estaba asustado. Aunque soy una persona bastante saludable, fumé tanto en mi adolescencia que la única afección que tengo es una insuficiencia pulmonar que me pone entre la población de riesgo. Fui con mi esposa tras enterarme que había estado con una persona que dio positivo a Covid-19.
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Una larga espera, en una fila de carros, mientras nos llegaba el turno para que, sin saberlo porque no quise investigar cómo era, invadieran mi nariz hasta lo más profundo. Si no lo saben, el examen es un ‘Hisopado nasal o nasofaríngeo’, en el que me introdujeron un hisopo por la nariz hasta tomar una muestra de mucosidad que pareciera haberse escondido en el alma. En lo personal, al igual que sucedió con mi señora, no fue doloroso, pero sí una experiencia bastante desagradable.

Si hasta ese día había sido responsable y prudente en las medidas de bioseguridad, extremé mis precauciones antes que tener que aceptar que hurguen de nuevo en mi nariz, aunque lo haría de ser necesario. Lo lamentable, y sobre todo preocupante, es que por mucho que aplique el autocuidado, parece que no todos somos conscientes del gran riesgo que corremos con un virus de altísimo contagio que recorre nuestras calles y casi que toca las puertas de nuestros hogares.

A finales de marzo anunciábamos en las noticias que Nueva York, con casi 40 mil casos confirmados, era el nuevo epicentro de la pandemia, tras pasar por Wuhan, Corea del Sur, Italia y España. Para aquel entonces no imaginaba que Florida, donde vivo hace seis años, pudiera ser el nuevo foco de esta enfermedad que me atemoriza. Este estado de 22 millones de habitantes, hoy sábado 18 de julio, tiene más de 327 mil contagios, una cifra alarmante y que está muy por encima de países con una menor población.

La solución que podría ser definitiva no está cerca, al menos no en cuestión de días o semanas. Moderna, un laboratorio de biotecnología estadounidense, anunció que el 27 de julio iniciará la etapa final de la investigación de su vacuna, al inocularla en 30 mil personas, ubicándose a la cabeza de otros grupos que trabajan en esta salida. Es incierto si estos ensayos serán definitivos y se desconoce la fecha en que podría estar disponible para el público. Sin embargo, aunque suene increíble, todos tenemos al alcance de nuestras manos la única solución real y comprobada hasta el momento: usar tapabocas, lavarnos las manos y sobre todo guardar la distancia social.

No es fácil adaptarnos a nuestra nueva realidad, pero la humanidad enfrenta una de sus más difíciles pruebas hasta el momento. Es responsabilidad de todos, con la sociedad, con nuestras familias y con nosotros mismos, asumir los protocolos necesarios para protegernos. En unos meses, ojalá no muchos, podremos estar ganando esta batalla y salir adelante con una nueva enseñanza. El resultado del examen que me practiqué salió negativo y, al menos por esta vez, pude exhalar un suspiro de tranquilidad.

Esa misma suerte no corrió un viejo y gran amigo que resultó contagiado y con quien hablé anoche. Su gran preocupación es su hija pequeña quien también está enferma, la ciencia todavía desconoce las secuelas que el coronavirus puede dejar en nuestros cuerpos. Antes de colgar la llamada me dijo: “Juanquita, cuídese mucho que ese bicho se le mete a uno por cualquier lado y llega cuando menos piensa”. Él sabe que es un guerrero y se recuperará pronto. ¡Ánimo!

JUAN CARLOS AGUIAR

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