Del odio a la política

Juan Manuel Díaz

Históricamente Colombia ha sido un país de contrastes políticos y malas pasiones que han desencadenado grandes tragedias. Episodios como El Bogotazo, el auge del narcotráfico en los 90, el accionar de los grupos guerrilleros por más de 50 años, así como la arremetida paramilitar y sus alianzas con las fuerzas estatales, reflejan claramente lo que ha sido el país, y hoy resultaría imposible negar esas realidades.
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El ejercicio de la política logra justamente despertar odios y amores, pero principalmente odios en aquellos quienes creen que tienen prohibido estar de acuerdo en algo con un contradictor, simplemente porque está en otra orilla política, y necesariamente piensa que debe aniquilarlo en cualquier escenario de debate posible.

Por estos días, y cuando las redes sociales se han convertido en un aliado estratégico para múltiples actividades cotidianas, noto con detenimiento que, además de los cobardes que se esconden tras los perfiles falsos, algunos personajes cercanos a quienes ostentaron hace cuatro años el poder en Ibagué, han estado promoviendo justamente esos discursos de polarización que atentan contra la dignidad de las personas, especialmente de quienes están en el poder en la región o son cercanos a ellos.

Realizar oposición en Colombia es un derecho y una posibilidad que brinda nuestra democracia. De hecho, hay una ley que reglamenta un estatuto de oposición y aquella es sumamente necesaria, tanto como lo es el control social. Lo que no es un derecho y contrario a ello puede representar problemas de tipo legal, es calumniar, insultar y hostigar sistemáticamente a través de las redes y los acalorados debates de facebook live de los espurios y nuevos “medios de comunicación”.

Para manifestar inconformismo y una opinión contraria, no es necesario acudir a las descalificaciones, y eso bien claro lo han tenido personajes de la política nacional como Jorge Robledo o el mismo Gustavo Petro, en sus momentos de mayor lucidez, pues con la grosería o el vilipendio pierde todo sentido la crítica, pese a que existan argumentos de peso, como estoy seguro que existen actualmente en Ibagué.

Nuestro departamento hoy reclama nuevos liderazgos, y desde luego medios de comunicación alternativos, pero no será a punta de los fanatismos políticos, los agravios, ni los editoriales o columnas disfrazadas de información sesgada de algunos que, en lugar de estar pontificando y posando de analistas, debieran estar en el ejercicio político, aportando todo lo que saben o dicen saber.

JUAN MANUEL DÍAZ

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