“¿Quién pondrá el cascabel al gato?”

libardo Vargas Celemin

En estos momentos en que la situación del Covid-19 está llevando al colapso los servicios de salud, es necesario llamar a todos los colombianos, para que, en un momento decisivo de nuestra vida, actuemos colectivamente, no por instinto, conveniencias u odios, sino por un gran espíritu de solidaridad, humanismo, compromiso y talante de lucha.
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Si los griegos hace 28 siglos hacían treguas en mitad de sus guerras para celebrar los juegos olímpicos, ¿por qué nosotros no podemos hacerlo por la vida? Necesitamos tener la mira puesta en un objetivo común, sin que nadie pretenda abrogarse éxitos pasajeros, como tampoco manipular resultados. No es hora de olvidar y perdonar errores, sino más bien de hacer un alto para enfrentar el enemigo común que no entiende de contradicciones ni diferencias.

La salud, más que un derecho, es un estado de permanente búsqueda y no un escenario de intereses mezquinos y oportunistas. Debemos construir una legión de voluntarios, de donde deben nacer múltiples alternativas. La ciencia, con sus logros y dificultades deberá liberarse de las ataduras que las multinacionales de los fármacos imponen. Los gobernantes, la mayoría no preparados para esta eventualidad, tendrán que ser inteligentes, no soberbios; aceptar equivocaciones y corregirlas; no engañar ni mentir, sino ser transparentes.

Hagamos una pausa, démosle la oportunidad a esa juventud que pide  educación de calidad y sin discriminación, empleo permanente y digno, para navegar en las aguas del arte, el deporte, la política, la ciencia y la técnica. Debemos contar con los campesinos para que sigan haciendo brotar el verdor y el alimento; lograr que los indígenas desciendan de las “chivas” para transitar los senderos, como vigilantes del paisaje y los recursos naturales. También a quienes impulsan la productividad agroindustrial, para que todos ellos sigan proveyendo lo que el pueblo necesita.

La tregua no debe durar demasiado, porque nos podemos quedar sin miles de acompañantes, víctimas del verdugo principal. Pero tampoco podemos olvidar la pista de las reformas furtivas que se cocinan en los salones del congreso, con la anuencia de la mayoría de los senadores que, pasaron de ser los supuestos guías del país político, para convertirse en simples consumidores de las golosinas que entregan desde presidencia y que les han embadurnado sus propias conciencias.

Pero los colombianos de a pie y también las llamadas “gentes de bien”, no podemos sustraernos a esta responsabilidad que implica responder por nuestro propio cuidado, con la practica estricta de normas de higiene e inventando maneras de convivir sanamente, hasta liberarnos del peligro y poder retornar a las tareas pendientes, para poder estrecharnos en un abrazo universal, aunque sigan las diferencias.

Solo así podremos responderle a Esopo, su pregunta lapidaria, con una sola expresión.:

¡TODOS!

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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