Provocación presidencial

libardo Vargas Celemin

Decir que existe un divorcio entre el presidente y el pueblo colombiano es un lugar común. Las determinaciones tomadas van en contravía de lo que piensan amplios sectores de la sociedad. Una de las más recientes es el nombramiento de Alberto Carrasquilla como codirector del Banco de la República. Este exministro fue el cerebro de la fallida Reforma Tributaria que iba contra la clase media y los más vulnerables y suscitó una de las explosiones sociales más grandes que ha tenido el país. El saldo sobrepasa más de setenta muertos, cien desaparecidos, más de dos mil heridos y millonarias pérdidas por las confrontaciones en las calles de pueblos y ciudades.
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Decir que existe un divorcio entre el presidente y el pueblo colombiano es un lugar común. Las determinaciones tomadas van en contravía de lo que piensan amplios sectores de la sociedad. Una de las más recientes es el nombramiento de Alberto Carrasquilla como codirector del Banco de la República. Este exministro fue el cerebro de la fallida Reforma Tributaria que iba contra la clase media y los más vulnerables y suscitó una de las explosiones sociales más grandes que ha tenido el país. El saldo sobrepasa más de setenta muertos, cien desaparecidos, más de dos mil heridos y millonarias pérdidas por las confrontaciones en las calles de pueblos y ciudades.

No se trata de desconocer las capacidades y la formación de Carrasquilla, quien ha sido considerado por los áulicos en el poder, como un “mago de las finanzas” o uno de los economistas más preparados del país. Sin embargo, esta sapiencia solo ha servido para diseñar el modelo económico que ha llevado a Colombia a indicadores de pobreza escalofriantes, como lo indican las cifras del Dane. Además, Carrasquilla es experto malabarista en favorecer a sectores privilegiados y también a la corrupción que está ligada al gobierno. 

El sentimiento de rechazo que genera este exfuncionario tiene que ver con la experticia para urdir pacientemente las condiciones que permitieron redireccionar los recursos para la construcción de acueductos y alcantarillados de 107 municipios pobres, con los llamados “bonos de agua” y popularmente rebautizados “bonos Carrasquilla” que terminaron en los bolsillos de empresas financieras con las que el genio de los negocios tenía alguna relación. Setenta y tres municipios que cayeron en la trampa de los bonos adquirieron una deuda a diecinueve  años  e intereses elevados, que aumentaron su pobreza y siguieron sin acueductos  ni alcantarillados. Las investigaciones hechas no arrojaron resultados, como casi siempre ocurre en nuestro país y el exministro sigue aplicando su basta “experiencia” 

El talante del exministro se puede medir por su desconocimiento de la realidad popular. Aseguró que una cubeta de huevos valía $1.800 y los avicultores aprovecharon para disparar los precios. En el año 2000 publicó un artículo sobre El Banco de la República donde sugería que:” No se puede permitir que el ejecutivo nomine a nadie que actualmente tenga un cargo oficial o haya ocupado uno en los dos años anteriores”. La frágil memoria del “gurú de las finanzas” no tuvo en cuenta esta sugerencia y acepta  el cargo. 

Algunos analistas coinciden en que el “legado” del presidente Duque es el de concentrar todo el poder en las manos de sus amigos y copartidarios, con el fin de allanar el camino de su incierto futuro político, sin sopesar los daños que pueda provocarle al pueblo, porque él confía en sus métodos de represión.


 

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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