Suenan los tambores de la estulticia humana

libardo Vargas Celemin

Muchos creímos que el impacto de la pandemia del Covid 19 iba a incidir en la mentalidad de millones de seres humanos y que la solidaridad y el altruismo nos cohesionarían en un objetivo común: impedir la muerte de millones de personas. Pero, muy pronto comenzó a erosionarse esa esperanza. Los intereses de todo tipo afloraron y luego de una breve pausa renació el egoísmo, la avaricia, el deseo desmedido de poder, mientras la pandemia avanzó y el escepticismo cundió por todas partes.
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Ahora, en estos últimos días los medios de comunicación nos alertan sobre la posibilidad de una conflagración de grandes proporciones que compromete a parte de Europa, los Estados Unidos y Rusia. 

El motivo aparente es el intento de esta última de tomarse a Ucrania, territorio que hasta 1991 hizo parte de la antigua Unión Soviética. El argumento ruso es que la Unión Europea intenta expandir su influencia en este territorio y cuenta con el amparo de treinta países que hacen parte del Tratado del Atlántico Norte (Otan). En estos momentos los miembros de este tratado organizan el apoyo, no solo con armas, sino con créditos y ayuda humanitaria.

El sonido de los tanques rusos irrumpiendo en las gélidas rutas alrededor de la frontera de Ucrania, nos recuerda el invierno de 1943, cuando los invasores eran otros y Stalingrado resistía la invasión alemana y daba comienzo al desplome del Nazismo. Hoy se intenta con la diplomacia mundial “desescalar el conflicto”, mientras se movilizan miles de soldados, proyectiles, misiles, portaviones y todo el arsenal posible para entrar en esa gran feria de las armas que es toda una guerra. Millones de personas están enfrentadas a la zozobra y  navegan en las aguas turbias de la inseguridad, como le dijo una mujer en Kiev a  María Sahuquillo, corresponsal de El País: “La incertidumbre es un abejorro en el  estómago” y otra le contó que ya había echado en una bolsa impermeable los documentos más importantes y aclaró: “No es pánico, es previsión sobre todo por mi niña”.

Resulta increíble que la humanidad esté en manos de hombres, “irracionales políticos”, parodiando la frase de Aristóteles. No es posible que una orden del Kremlin o de la Casa Blanca abra los diques de la muerte y la sangre manche el níveo paisaje del invierno. Dirimir los conflictos por la fuerza, nunca será una alternativa de seres racionales y las invasiones son estrategias bárbaras que multiplican el odio y muestran la estupidez del hombre que es incapaz de unir fuerzas para silenciar los tambores de la guerra y derrotar al Covid 19, un enemigo común, con una mínima parte de los recursos que se invierten  en esa lucha salvaje que están orquestando.

Libardo Vargas Celemin.

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