“Los cuentos mujeriegos” de Jesús Alberto Sepúlveda

libardo Vargas Celemin

En la “Aproximación Crítica al Cuento del Tolima”, el Grupo de Investigación de la UT (a propósito, fue ascendido recientemente a la categoría B por Colciencias), se plantea que: “La obra cuentística de Jesús Alberto Sepúlveda Grimaldo recoge la herencia de la literatura latinoamericana que mira a los protagonistas de las historias desde la cotidianidad, la magia, los sueños y la soledad del mundo a la hora de construir a personajes que se enfrentan a contextos marginales de la vida”.  
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Ese mismo “leitmotiv” está precisamente en estos cuentos, donde el autor demuestra su versatilidad narrativa y la capacidad de auscultar en la cotidianidad de las vidas de personajes opacos, hasta hacerlos brillar con las palabras.

La obra de Sepúlveda abarca cerca de diez títulos entre los libros de cuentos, ensayos, poemas, teatro y una novela, que demuestran el oficio que ha ido forjando siempre con la energía y el dinamismo de una prosa rauda que se sumerge en la recreación de esos submundos que habitan la ciudad, con sus dramas y desesperanzas, especialmente de mujeres que buscan recomponer sus vidas, cuando el peso de las circunstancias las ha hundido en el marasmo de las frustraciones.

Las protagonistas del libro “Lorena siente miedo del gato y otros cuentos mujeriegos”, de reciente publicación, oscilan entre la pasión y la desilusión; entre la idealización y la prepotencia del hombre en la relación amorosa. Son mujeres que vienen de los antros con sus carnes marchitas como sus sueños o solteronas que buscan una oportunidad que el destino les arrebata en el último momento. Ese desfile de seres exiliadas en sus cuerpos sedientos de placer crea una atmósfera en todos los relatos y un ritmo que se marca con la reiteración de frases en cada historia.

Sepúlveda explora el mundo del hedonismo y de la lubricidad, con una prosa poética que alcanza   lugares significativos, pero siempre cuidando de no caer en las redes de la pornografía, porque ha entendido muy bien el planteamiento de Octavio Paz en “La llama doble”, cuando afirma: “La relación entre erotismo y poesía es tal que puede decirse, sin afectación, que el primero es una poética corporal y que la segunda es una erótica verbal”. Un ejemplo de ello es su cuento “La maldita manía tuya de decir siempre que no”, donde una mujer joven lleva a su pareja mayor, por los destinos siempre imprevisibles de las redes y las estaciones del tren: “Y ella continuaba con su juego mostrándole la lengua húmeda como si se propusiera torturarlo; revolcándole el alma e incendiando sus deseos”.

Invito a la lectura de estas historias para que exploren las visiones de seres, producto de la imaginación, pero arraigados en una realidad que la sociedad soslaya.

Libardo Vargas Celemin.

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