Una pantomima mediocre

libardo Vargas Celemin

Esta campaña electoral es un claro ejemplo de la carencia de una verdadera cultura política, hecho que permite la manipulación del elector, para mantener y ejercer el poder en nombre de una casta corrupta. En su último libro William Ospina, “En busca de la libertad perdida”, reafirma que: “En Colombia es la más vieja costumbre de los políticos: no hablan de otra cosa que de cuán malos son los otros, y desde hace tiempo trabajan sin descanso por lograr que medio país odie al otro medio y vea en él al demonio”. Esta actitud permite rebajar a su mínima expresión los contenidos políticos e ideológicos y hacer de esta disputa una verdadera gresca para alcanzar los objetivos del continuismo y neutralizar las voces y las propuestas de cambio.
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En estos días resulta inaceptable que los candidatos y sus séquitos estén a la espera de lo que haga, diga y proponga el único candidato que presenta soluciones a nuestros problemas concretos. Uno de los tantos ejemplos se da cuando Petro propone un nuevo modelo de pensiones e inmediatamente saltan los áulicos de los fondos privados, a refutar dicha propuesta y a decir que se van a robar el dinero de los ahorradores del sistema y otras sandeces, pero no hablan nada de los ancianos que se beneficiarían de tal reforma.

El presidente que, sin mencionar a Petro, interviene constantemente en política, declara inviable la propuesta de pensiones, generando miedo entre los afiliados por la pérdida de sus ahorros, y cínicamente afirma que: “hablar de quitarles esos recursos a los fondos es una expropiación, eso es sencillamente un corralito como hemos visto en otros países de América Latina para quitarles el ahorro de las personas y volver esa plata de bolsillo para financiar demagogia”. Sin embargo, pocos días después le informa al país, lleno de regocijo, que los fondos privados de pensiones invertirán 4.5 billones de pesos en infraestructura “para que nuestro país aumente la cobertura vial y la conectividad de nuestra Nación”.  

Ya sabemos que para ellos esto no es expropiación, es utilizar el dinero de los ahorradores para financiar obras de cemento y arena que algunas terminan convertidos en elefantes blancos y en nidos de corrupción, mientras la otra propuesta beneficiaría a miles de colombianos de carne y hueso que merecen vivir sus últimos años en condiciones dignas. ¿Acaso esto último es demagogia, o será solidaridad?

Ya estamos hastiados de los montajes y las mentiras de politiqueros, gobernantes decadentes y medios arrodillados. No resistimos esa pantomima mediocre y solo esperamos que el pueblo reaccione, que tome conciencia de la necesidad de participar en la construcción del país del futuro. La consigna es derrotar a los farsantes que fungen de actores para perpetuarse en el poder.

 

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LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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