Apta para cardiacos

libardo Vargas Celemin

La última novela del escritor Héctor Abad Faciolince, “Salvo mi corazón, todo está bien”, hubiera sufrido años atrás la crueldad de la censura por la aguda crítica que se hace sobre temas concernientes a principios muy discutibles de la doctrina católica, que el autor adelanta con mucha propiedad, pero también con respeto. Sus protagonistas son sacerdotes o provienen de una sociedad profundamente religiosa como la antioqueña, pero igualmente dogmática.
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Desde las primeras páginas, Aurelio Suárez, uno de los narradores, nos advierte que Luis Córdoba, el gordo, es un sacerdote que  está a la espera de un donante de corazón, no solo para tener una segunda oportunidad de vida, sino fundamentalmente para reiniciar una experiencia que descubre, en esos meses de reposo y reflexión en los que se dedica a enseñar música, cine y ópera,  hecho que le cambia el significado a su existencia pues ahora cuenta con una familia informal y reconoce el prodigio: “Nunca me había dado cuenta de que la verdadera dicha es una familia, vivir en familia. La iglesia nos prohíbe experimentar una familia, precisamente porque sabe no hay nada más maravilloso que esto, nada tan fuerte, nada que cree los lazos más estrechos, costumbres más firmes, apegos más sólidos”.

En ocasiones uno siente que no está leyendo una novela, sino un tratado de medicina en los que se explica el funcionamiento del área cardiovascular, pero la prosa de Abad Faciolince logra hacer una simbiosis de estos lenguajes y convertir las tertulias del gordo en una experiencia vivencial en la que está comprometida su vocación, pero no deja de ser un intelectual que no está de acuerdo con el celibato como imposición, porque: “es una injusticia aberrante y una regla absurda, dañina, perniciosa, hacer que todos los curas tengamos que ser célibes”. El resultado de esta prohibición se manifiesta en el clero como costumbre aberrante y monstruosa como lo es la pederastia.

Luis Córdoba, el maestro que enseña sobre cine haciendo cortometrajes, comentando películas, traduciendo los parlamentos de las óperas y escuchando a los clásicos de la música, no tiene la suerte de otros enfermos que encuentran un donante oportuno. En un acto temerario por rehacer su vida para ofrendársela a dos mujeres y a tres niños, acepta que experimenten con su cuerpo en un nuevo procedimiento y su corazón lleno de metáforas y símbolos, se apaga para siempre, en esa ciudad que tiene como trasfondo una violencia que no permea la historia.

Esta novela es un homenaje a tantos hombres libres que conviven con el fundamentalismo de sus congéneres e intentan acercarlos a la cultura universal a través del arte, pero sus corazones les ganan la partida definitiva. 

Esta novela es recomendada para todas edades, con o sin hipertensión arterial.

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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