Los herederos de Yuruparí

libardo Vargas Celemin

En la tradición oral de los pueblos de Brasil y Colombia existe un personaje mítico – legendario que fue transcrito en el siglo XIX por un autor italiano Ermanno Stradelli, quien a su vez lo tomó de un manuscrito de un indígena brasileño Maximiano Roberto y que recoge historias, narraciones, mitos y relatos de la rica tradición de la zona amazónica.
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En 1983 se publica por primera vez en español y es editado como la primera manifestación de la literatura colombiana.

El origen de Yurupari está ligado al mito. Seucí, una hermosa joven del pueblo tenuina es fecundada por el jugo de la fruta llamada Pihican, de allí nace, en las profundidades de la selva un hermoso niño que pronto desaparece, con el tiempo es olvidado, solo su madre lo busca desesperadamente y en las noches escucha el llanto de un niño y pronto, se da cuenta que mientras ella duerme, su hijo se alimenta de su leche, sin que ella pueda verlo. Cuando crece lo suficiente se presenta al pueblo y este lo elige como su gran cacique y él les informa la tarea que tienen por delante: cambiar las leyes matriarcales por las de los hombres y reorganizar la sociedad. 

Después de muchas peripecias logra transformar esa sociedad y el sol le encomienda la tarea de encontrar una mujer enfrentarse a la muerte, con tal de transformar esa sociedad. Después de muchas peripecias Yuruparí logra transformar las costumbres de su pueblo y viaja en busca de la mujer perfecta que sea digna del sol, es decir: “paciente, que sepa guardar un secreto y que no sea curiosa”.

Siglos después, cuatro niños sobreviven a la caída de la nave en que viajaban. Se estrellan en la misma selva tupida donde Yuruparí de niño jugó, se escondió y combatió a sus enemigos. En esa vegetación agreste donde, ni siquiera el sol puede penetrar y haciendo acopio de lo aprendido durante su infancia, la niña mayor dirige los pasos de sus hermanos por entre la selva, golpeados por el hambre, sin ropas para protegerse del frío, pero decididos a vivir.

Lesly, al igual que en el pasado Seucí, madre de Yuruparí, asume la responsabilidad de sacar vivos a sus tres hermanos: Seleile, Tien Noriel y Cristin. Fabrica cambuches, con sus uñas y sus dientes, reparte equitativamente las tres libras de farina que encontró en los restos de la nave y cuando se le acaba la milagrosa sustancia, sienten ruidos encima de los árboles, como si estuviera lloviendo y ven caer unas bolsas con la harina salvadora que les da fuerza para moverse. 

Luego de cuarenta días del accidente, el murmullo de voces de hombres de su propia tribu los estremece, ven sus rostros y aparecen los comandos del ejército para estrecharse en un largo abrazo. Por primera vez en muchos días el mundo recibe una noticia reivindicadora de Colombia y los niños del Guaviare son rescatados, gracias a ser los herederos del Yurupari.



 

LIBARDO VARGAS CELEMÍN

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